Todas las cadenas televisivas del mundo con empresas petroleras de maletín, u otras hablando de participación de petroleras chinas, pero con cantidades insignificantes de inversión, no pueden esconder el hecho de que el número de taladros operando en Venezuela ha descendido a niveles propios de un país sin reservas petroleras.
El número de taladros en operación o “rig count” como lo denominan en inglés los analistas, es un termómetro de la vitalidad de una industria petrolera. Podría sonar a perogrullada, pero si no se perfora, no hay como extraer petróleo. Claro que, en una provincia petrolera como Venezuela con 100 años de historia, ya hay decenas de miles de pozos existentes, y el reacondicionamiento de los mismo puede ayudar a levantar la producción.
Pero sin la perforación de nuevos pozos no hay como revertir la declinación natural del rendimiento de los yacimientos y a su vez producir suficiente petróleo adicional como para que hay un aumento de los raquíticos 1,2 millones por día que hoy se extraen.
En estos momentos, el número de taladros en operación no llega a 25, y conociendo las condiciones que imperan en los campos, más el abandono de sus puestos por personal calificado, la eficiencia de perforación de estos deja mucho que desear.
En comparación, una provincia petrolera con características similares a las de Venezuela y el mismo tiempo de explotación, la cuenca Permian de Texas, en estos momentos tiene 477 taladros operando, produce 3.28 millones de barriles de petróleo, 1,7 de condensados, y 15 billones de pies cúbicos de gas. Las proyecciones son que para el año 2023 el Permian estará produciendo más de 5 millones de barriles, cifra que PDVSA viene anunciando como su meta quinquenal hace más de 20 años, solo para ir en la dirección contraria camino del millón de barriles.
Pero los reservas del Permian palidecen ante las nuestras. Se componen de 28,900 millones de barriles de petróleo y 75 billones de pies cúbicos de gas. A modo de comparación, solamente en campos convencionales fuera de la Faja, Venezuela tiene 44,000 millones de barriles en crudos livianos, medianos y pesados, 55% más que la cuenca Permian.
¿Por qué esa cuenca es vigorosa, y la nuestra se encuentra en estado menguado? La razón es muy sencilla: falta de inversión y de aplicación de las tecnologías de geociencias y perforación que en los últimos 15 años han posibilitado el renacer de la cuenca Permian.
Allá la empresa que va a explotar un campo acude a los mercados financieros privados, tiene donde escoger entre subcontratistas proveedores de taladores y estudios geofísicos y, lo más importante sabe que su esfuerzo y su capital están protegidos por el Imperio de la Ley, y las ventas de producto las puede hacer a precios fijados en mercados transparentes como el NYMEX. De paso sabe cuánto van a ser sus costos de regalías e impuestos sin que cambien arbitrariamente.
Piense usted amigo lector: si usted fuera dueño de unos taladros que valen decenas de millones de dólares, ¿los traería a Venezuela contratados a una empresa de maletín que nunca ha operado un campo petrolero? O, peor ¿los pondría al servicio de PDVSA, una empresa que se encuentra en cesación de pagos de casi todas sus deudas y demandada por incumplimiento de contratos?
Lo cierto es que el país tendría que triplicar o cuadruplicar el número de taladros para ver una estabilización y posterior repunte de la producción petrolera, y solo si nos acercamos al entorno de garantías que existe en el Permian es que tendremos posibilidad de competir con esa cuenca por el servicio de los equipos que hacen falta. Mientras tanto, los anuncios altisonantes serán pura retórica sin resultados prácticos y continuaremos siendo el país de mayores reservas petroleras, pero con la peor gobernabilidad del Mundo.