Como es dado a suceder en las hiperinflaciones, en las que poco a poco van acentuándose los desequilibrios que ellas producen, esta semana se puso de manifiesto en los medios de comunicación la dramática situación que enfrentan los asalariados y los jubilados para retirar los bolívares que tienen en su cuentas personales de bancos y entidades de ahorro y préstamo. Algunas entidades de ahorro y bancos están restringiendo los retiros por taquilla a Bs 10,000 por día y los más “generosos” lo limitan a Bs 30,000. Es decir, la ridícula suma de $0,67 a $2,00 si lo medimos al dólar libre o paralelo de fines de ésta semana. Pero si se mide en producto la situación es igual o peor: con el cartón de huevos en Bs 24,000 ( Bs 800 por huevo) quiere decir que el humilde pensionado que ha decidido, forzado por la necesidad, limitar su ingesta de proteínas a ese producto, tendrá que ir al banco tres días consecutivos para reunir suficiente efectivo.
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Acudir a los cajeros no ayuda, pues la mayoría, cundo funcionan, limitan lo que se puede sacar diario también a Bs 10,000 o, los más generosos a Bs 15,000, tan solo un dólar del viernes 18 de agosto. Sin duda los venezolanos son víctimas del corralito más severo, en términos del monto que pueden retirar de sus cuentas de la historia del hemisferio, y posiblemente del Mundo. Pero ¿Cuál es la razón de esta distorsión que impone mayor penuria a la población? Claro que la causa eficiente es una impresión desaforada de circulante, pero a eso hay que agregarle la incapacidad logística del BCV para proveer los billetes que se precisan para equipararse con la desenfrenada orgía de liquidez que el mismo BCV genera.
Hace escasos 8 meses el BCV estableció un nuevo “cono monetario” cuyo billete de mayor circulación habría de ser el de Bs 20,000, sin molestarse en calcular el ritmo al que la moneda se depreciaría producto de sus políticas. No es que fuera un misterio saberlo, desde el año pasado el FMI lo había advertido pronosticando una inflación de más de 1,000% para 2017 si se mantenía la misma política monetaria. Resultado: el billete de mayor circulación hoy vale poco menos de $ 1,40, y no hay que ser adivino para saber que se necesitan muchos mas billetes de tan exigua denominación para satisfacer las necesidades de liquidez en efectivo que tiene la economía.
La improvisación llega a su paroxismo cuando nos enteramos que el motivo porque no hay más billetes de 5, 10, y 20 mil es porque el BCV no tiene el dinero para pagarle a los proveedores externos que se los suplen. Una situación digna de Marx (Graucho, no Karl). Tomados por sorpresa en su propia impericia, ya han salido voceros de la burocracia monetaria a buscar a quien echarle la culpa de la escasez al hecho que 30% de los billetes han sido exportados a Colombia -un país con política monetaria seria- vaya usted saber con qué propósito. Si esto es así en agosto, imagínense que sucederá en septiembre, cuando se reinicien las clases o cuando Maduro anuncia el próximo aumento salarial que ya viene por ahí y que le dará otro impulso a la impresión de dinero para pagarlo. Y no hablemos de diciembre con pagos de vacaciones y bonificaciones de fin de año.
Me permito pasarle a los genios del BCV una sugerencia que hizo mi pequeño nieto de siete años, no precisamente el Hjalmar Schacht de la política monetaria: “Abuelo, porque los responsables de esto no mandan a imprimir billetes de Bs 50,000 y Bs, 100,000 de una vez y así a lo mejor les alcanza el dinero para comprarlos?”.
Seguramente semejante sugerencia no ha sido considerada, como tampoco debe haber nadie evaluando los estragos que le están infligiendo a los consumidores venezolanos, Una cosa es cierta, si no enfrentan el problema, la crisis de los billetes de Bs 100 de diciembre pasado, esos que dijeron que sacarían de circulación en 72 horas y todavía andan por ahí, va a parecer una panacea.