La realidad siempre ha sido despiadada con la propaganda vacía. A veces puede demorarse en manifestarse; sin embargo, las fantasías acomodaticias tarde o temprano aterrizan en el duro suelo de los hechos.
Los países que aplican la receta autoritaria y socialista durante suficiente tiempo terminan desarrollando dinámicas eminentemente carcelarias. He utilizado la imagen del campo de concentración de proporciones nacionales en otros momentos y no falta quien considere el símil exagerado o fuera de lugar.
La trágica apuesta por el mar abierto
Los balseros cubanos eran la evidencia más clara del fracaso de los Castro. Pero sus hipnotizados defensores internacionales siguen esgrimiendo al menos dos ideas fraudulentas. Una de ellas se recrea en la supuesta calidad de la educación, la salud y otros servicios básicos de la isla. La otra insiste en lo nocivo del embargo norteamericano como causa de todos los males. Lo cierto es que el mal llamado “bloqueo” ha servido como la mejor excusa que podrían conseguir los peores gobernantes de su tiempo. Por lo demás, es innegable que una buena cantidad de cubanos ha preferido probar suerte en mar abierto, antes que quedarse en su casa y seguir esperando la muerte, en cámara lenta, que ofrece la revolución.
Los simpatizantes de cualquier idea que suene amable articulan sus perspectivas para entenderse a sí mismos como buena-gente, suelen quejarse de la pobre asistencia que reciben los africanos que intentan llegar ilegalmente a Europa, al tiempo que defienden la cúpula cubana que oprime a toda la isla. Este grupo haría bien en prestar algo de atención al origen de eso que considera injusto:
¿Por qué enfrentaría alguien una alta posibilidad de morir en altamar, si no es porque las condiciones del lugar que habita son insoportables?
Carceleros o esclavos
Haciendo uso de otra excusa, esta vez la del COVID-19, Maduro ha cerrado el espacio aéreo venezolano, con excepción de tres destinos que, por pura casualidad, son ideológicamente afines; ellos son Bolivia, México y Turquía. Por lo visto, el COVID es más contagioso cuando proviene de países poco afines a las políticas socialistas.
En cualquier caso, entre pésimos pretextos y peores decisiones, va quedando claro que vivir en Venezuela es cada día más difícil y, ahora, también es progresivamente imposible salir de sus fronteras.
Los carceleros tienen obvias razones para evitar que se escapen sus privados de libertad. Una de ellas es que abre una fuente inagotable de publicidad internacional adversa. La mayoría de quienes logran salir pasan a ser voceros activamente opuestos a los postulados socialistas y denunciantes de los innumerables crímenes perpetrados por la dictadura. No es asombroso, pues la propia condición de migrante forzado parte de lo insoportable que se ha hecho la convivencia en Venezuela. La revolución ha sido el monstruo que nos ha quitado el trabajo, la casa, la familia y la tranquilidad, cuando no, directamente, la vida,
La otra razón que explica que los jerarcas chavistas impidan a los venezolanos escapar de la prisión en la que se ha convertido el país es llanamente económica, pues casi sin petróleo y anulada toda alternativa productiva, —sobre la base de la tradicional ineficiencia socialista o el también típico hurto de fondos públicos— el único recurso con el que cuentan son los esclavos que siguen encerrados en su territorio, los ciudadanos.
Lamentables coincidencias
Uno podría juzgar como una casualidad peculiar que se presenten las noticias de los balseros tristemente fallecidos, casi al mismo tiempo en el que Maduro anuncia el cierre del espacio aéreo nacional que acentúa la imposibilidad de escapar del infierno.
Quienes disfrutan de las hipótesis conspiranoicas podrían conseguir en esta casualidad terreno fértil para su imaginación. No obstante, lo cierto es que la acumulación de malas decisiones políticas lleva espontáneamente a sincronías de este tipo, pues hablamos de una seguidilla de nefastas políticas que solo pueden desembocar en mayores y más frecuentes desgracias en las que, adicionalmente, queda nuevamente dibujado el talante ciegamente destructivo de los revolucionarios.
Propaganda como patadas de ahogado
Ante el lamentable deceso de más de 20 balseros venezolanos que intentaban llegar a Trinidad, las explicaciones de los pocos abanderados del régimen madurista que se han animado a decir algo no podrían ser más torpes y desafortunadas. Apenas llegan a balbucear que sus adversarios utilizan la tragedia de los balseros fallecidos para atacar y descalificar la revolución. Una defensa entre ridícula e inexistente, dado que una rectificación política, que representaría dejar de llevar al abismo a los venezolanos, se encuentra en las manos de Maduro y su clan.
El chavismo pretende insistir en fatales políticas económicas y hacerlas obligatorias por medio del terror. Ahora bien, cuando las consecuencias naturales de tales decisiones salen a la luz y se hacen evidentes al mundo, a los responsables les incomoda ser señalados como tales. Más de dos décadas acumulando el poder absoluto y la totalidad de cuanto sucede es culpa de alguien más.