No creo que una carta abierta sea una de las soluciones para que los militares, guardias o policías de Venezuela reaccionen. Probablemente jamás la lleguen a leer.
Son los venezolanos los que tienen la capacidad de, con sus acciones y palabras, hacer reflexionar a estos guardias y militares del Ejército que se empeñan en lastimar, agredir y asesinar al mismo pueblo venezolano, a sus hermanos, en nombre de la revolución bolivariana orquestada por Fidel Castro, implementada por Hugo Chávez y tercamente protegida por Nicolás Maduro.
Estos militares y policías totalmente cegados ante la figura del régimen y lo que el mismo representa, están reprimiendo a ancianos, jóvenes, niños. Ancianos que han visto el desarrollo y la gestación de esta maquinaria estatal represiva que nació del chavismo, jóvenes que sólo han conocido un gobierno revolucionario y han vivido toda su vida bajo el mismo régimen autoritario chavista, y niños que padecen las bombas lacrimógenas en los hospitales, el hambre o la enfermedad ante la falta de comida y medicinas en el país.
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Tal vez muchos de estos guardias no se rebelen por miedo, por las amenazas que baja el régimen chavista, amenazas a los familiares de quien se atreva a cuestionar a la dictadura, amenazas a la vida de los que más quieren. La realidad es que si el régimen dictatorial de Nicolás Maduro continua vigente en Venezuela, sus familiares van a morir o padecer sufrimiento tarde o temprano, ya sea por falta de medicamentos, por hambre o por la aterradora inseguridad que pasea en las calles venezolanas.
La cuestión reside en lo siguiente. En algún momento, ojalá más pronto que tarde, la dictadura caerá. Una vez que esa dictadura caiga, todos aquellos que estaban respaldados por el uso del terror, el miedo y las amenazas del narcoestado bolivariano, quedarán desprotegidos y sus violaciones a los DD. HH. quedarán a la vista de todos, absolutamente todos.
Los hijos, nietos y bisnietos de estos miembros del Ejército o de la GNB sentirán la vergüenza de haber tenido familiares que defendieron a una dictadura asesina y torturadora. ¿Es eso lo que quieren para sus futuras generaciones?
Es este preciso momento en el cual aquellos guardias deben tomar una decisión que cambiará no solo sus vidas sino también las de sus futuras generaciones: ¿de qué lado de la historia quieren estar? ¿Del lado de la represión o del lado de la libertad? ¿Del lado de la dictadura o del lado de la democracia? No deben olvidar que fue Simón Bolivar quien dijo que “maldito el soldado que apunta su arma contra su pueblo”. No querrán que su maldición les caiga encima.
La Cartilla de la GNB dispone de 84 artículos. El artículo 8 señala que el guardia “será siempre un pronóstico feliz para el afligido, infundiendo la confianza de que a su presentación el que se crea cercado de asesinos, se vea libre de ellos; el que tenga su casa presa de llamas, considere el incendio apagado; el que vea su hijo arrastrado por la corriente de las aguas, lo crea salvado; y por último siempre debe velar por la propiedad y seguridad de todos”.
Este artículo es uno de los tantos que los guardias están incumpliendo. Principalmente porque con su presencia en las calles y fidelidad al régimen se han convertido en un pronóstico infeliz para todos los venezolanos de buena fe que buscan una Venezuela libre y democrática. Estos guardias que operan para defender un régimen dictatorial y terco, caprichoso y narcotraficante, son fieles herramientas del dictador, quien no hace más que usarlos a su conveniencia, haciéndolos traicionar a su país, a su propio pueblo, a Venezuela, mientras defienden a un grupo de ladrones que viven con lujos y riquezas.
El artículo 26 de la Cartilla señala que “la Guardia Nacional Bolivariana debe averiguar el paradero de los ladrones que hubiesen cometido un robo y también el paradero de los efectos robados, así como los sitios en que puedan ocultarse y personas en cuyo poder se encuentren, bien sea alhajas, ropas, productos de campo, caballerías o ganado de otra especie”. Otro mandamiento que no están cumpliendo. De hecho, están trabajando y brindando sus servicios a esos mimos ladrones de los que debieran estar averiguando sus paraderos.
Al igual que el artículo 37, que expresa que un GNB debe tener “un incansable celo en la persecución de malhechores y perturbadores de la tranquilidad pública”. Paradójico, en tanto que son sus jefes, los militares de alto mando y los dictadores del régimen los primeros malhechores y perturbadores de la tranquilidad pública, al igual que lo indica el artículo 44, donde asegura que “será siempre obligación del Guardia Nacional Bolivariano perseguir y capturar a todos los infractores de las leyes y en especial de los asesinos y ladrones”: otro artículo sin cumplir. Los principales y máximos asesinos, ladrones e infractores de leyes en Venezuela son los que están en el poder en este preciso instante.
Es momento de que estos guardias y policías tengan coraje y como bien lo demostraron las mujeres venezolanas en la última marcha de mujeres del domingo pasado, es hora de que estos militares “se pongan los pantalones”. Es momento de que ellos decidan de qué lado de la historia quieren estar y cómo los juzgará no solo el pueblo de Venezuela, sino también sus hijos, nietos y bisnietos.