En las democracias liberales, las minorías religiosas, étnicas y sexuales son respetadas. Los individuos que viven bajo este régimen político gozan de la protección institucional para vivir su vida como mejor consideren. Por el contrario, en un régimen totalitario, los Estados ejercen una represión de la diferencia. La hostilidad de los regímenes marxistas hacia ciertos grupos religiosos es ampliamente conocida. No es tan conocida, en cambio, la persecución de los gobiernos comunistas hacia los homosexuales.
En el caso cubano, la homosexualidad no está castigada en la isla caribeña. Incluso, altos funcionarios del gobierno marxista se declaran defensores de la causa LGBT. Este es el caso de Mariela Castro, hija del dictador Raúl Castro.
La caída de la Unión Soviética produjo una relajación de la represión marxista hacia los religiosos. Sin embargo, vale la pena preguntarse, ¿ha sido el gobierno marxista de Cuba defensor de los derechos de las minorías religiosas y sexuales? En el PanAm Post le contamos sobre la represión de la diferencia de la dictadura de Fidel Castro.
Intelectuales homosexuales y la Revolución Cubana
El derrocamiento del dictador Fulgencio Batista trajo esperanza para muchos cubanos. Prestigiosos escritores y artistas cubanos apoyarían la llegada al poder de “los barbudos”. Dentro de aquellos intelectuales que en un principio aplaudieron al régimen revolucionario se encuentran varios escritores que publicaron obras con contenido homoerótico. Este es el caso de José Lezama Lima y Virgilio Piñera.
Sin embargo, cuando el régimen fue mostrando su cara más represiva, la censura recayó sobre artistas. Al mejor estilo de las novelas del checoslovaco Milán Kundera, el Estado cubano censuró obras de arte que no tuviesen contenidos relacionados con el realismo socialista. El puritanismo revolucionario cubano heredado de la cultura soviética ejerció represión de la diferencia. La expresión de su sexualidad fue considerada como una conducta desviada. Así comenzaron las purgas. En ese contexto, José Lezama Lima y Virgilio Piñera cayeron en desgracia. A pesar del talento de los mencionados escritores, ambos terminaron en el ostracismo y la pobreza.
Los Comités de Defensa de la Revolución y la represión de la diferencia
Una vez la Revolución triunfó, el gobierno cubano instaló un grupo de vigilancia revolucionaria colectiva, el Comité de Defensa de la Revolución (CDR). Cada cuadra contaba con su respectivo CDR. Para hacer parte de este grupo, no hacía falta ser mayor de edad: los ciudadanos ponían unirse desde los 14 años.
Estos cuerpos de vigilancia colectiva sirvieron como instrumento de represión de la diferencia.
El perfil de los detenidos y purgados por “conductas impropias”
Desde altas instancias del gobierno cubano, se exigió a la policía perseguir a los “desviados”. En lo que terminó por llamarse “la noche de las tres P“, en 1962, los aparatos de represión del régimen persiguieron a prostitutas, proxenetas y “pájaros” (una de las formas de llamar a los hombres homosexuales en Cuba). En una de estas redadas, el poeta Virgilio Piñera fue arrestado.
Sin embargo, según testimonios recogidos por el documental Conducta impropia, no sólo prostitutas, homosexuales y transexuales eran detenidos y perseguidos. Hippies y otros grupos de personas con visiones estéticas diferentes a las del gobierno marxista fueron detenidas. Una forma de llamar a quienes retaban la estética revolucionaria era “diversionistas ideológicos”. Mientras en las democracias liberales occidentales llevar el pelo largo implicó un acto de rebeldía muchas veces relacionado con la izquierda, en Cuba se asoció con el “diversionismo” y la burguesía.
Grupos religiosos pacifistas también fueron perseguidos por presentar conductas “desviadas”. Un grupo duramente castigado por los Comités de Defensa de la Revolución fue el de los Testigos de Jehová. Su principal crimen: negarse a prestar el servicio militar. Otros grupos religiosos fuertemente perseguidos por el régimen cubano fueron los adventistas del séptimo día, católicos, bautistas, metodistas, pentecostales, episcopalianos, santeros, gedeonistas.
Las asambleas de depuración moral
En 1963, el mismo Fidel Castro denunció la existencia en las universidades cubanas de grupos de “vagos, hijos de burgueses… que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre”. La obsesión del régimen cubano por identificar a quienes consideraba presentaban conductas “desviadas” llevó a la implementación de las “asambleas de depuración” en las universidades del país.
Según el exiliado cubano César Bermúdez, la Unión de Jóvenes Comunistas citaba a dichas asambleas. Luego, lista en mano, los líderes socialistas denunciaban a quienes iban a ser depurados. Posteriormente, otros estudiantes pasaban a comunicar públicamente las conductas “desviadas” de sus colegas. Los condenados eran expulsados de la universidad. Para la investigadora alemana Monika Krause-Fuch, algunos expulsados terminaron por suicidarse.
Los campos de “reeducación”: las UMAP
Debido a la ideología militarista del régimen castrista, los cubanos fueron obligados a presentar el servicio militar. Este principio incluso tomó carácter constitucional. Para quienes no querían prestar el servicio militar, y para quienes el régimen consideraba que no debían prestarlo, la dictadura creó las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Las UMAP eran campos de trabajo ubicados en la provincia de Camagüey. Según el reportero canadiense Paul Kidd, testigo ocular de los hechos, los internos eran obligados a trabajar en campos de recolección de caña de azúcar.
Además de realizar trabajos forzados, en las UMAP los internos recibían actividades de”reeducación”. En los campos, los reclusos recibían charlas de “concienciación”. Para el investigador Joseph Tahbaz, en las UMAP se llevaron a cabo experimentos conductistas para “modificar” la conducta sexual de los homosexuales. Estos experimentos incluyeron torturas y descargas eléctricas con el fin de condicionar negativamente a las víctimas con respecto a sus conductas “desviadas”.
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Las víctimas de las UMAP
Dada la presión de sociedades de artistas, las UMAP cerraron en 1968. Aunque las UMAP fueron implementadas únicamente durante tres años, su impacto fue profundo. Según un estudio realizado por Joseph Tahbaz, unas 35.000 personas fueron internadas en las UMAP. De éstas, 500 terminaron en pabellones psiquiátricos, 75 murieron debido a torturas y 180 cometieron suicidio.
Los regímenes totalitarios no solo buscan el control total de la economía. También conciben a los individuos como subordinados a los caprichos del Estado. Quienes se desvían del molde, resultan severamente castigados por los aparatos estatales.