El próximo 22 de enero, Evo Morales comenzará su tercer período presidencial consecutivo, que le permitirá gobernar hasta el año 2020. En tanto, el 1 de marzo próximo, en Uruguay regresará al poder Tabaré Vázquez, quien dejó la presidencia hace sólo 5 años.
Si a ellos sumamos, entre otros, a Dilma Rousseff, quien acaba de ser reelegida en Brasil, al igual que los gobiernos de Rafael Correa en Ecuador, Juan Manuel Santos en Colombia, Cristina Fernández en Argentina y Michelle Bachelet en Chile, nos encontramos con que casi la mitad de los presidentes electos que tendrá el barrio este año (y más de la mitad de Sudamérica) ya ocuparon el sillón presidencial.
¿Caudillismo recurrente? ¿Falta de liderazgos? ¿Cooptación del poder? Todas son preguntas válidas, pero demuestran que hasta ahora la tendencia reeleccionista, a pesar de las críticas, sigue teniendo apoyo ciudadano. La pregunta es ¿hasta cuando?
Cualquier cambio de rumbo, por ahora, se ve impedido por prejuicios ideológicos
En parte, este apoyo se produjo fruto de los resultados de programas de transferencias condicionadas, especialmente de subsidios a los servicios básicos y bonos, como por ejemplo el programa “Bolsa familia” (Brasil); “Oportunidades” y “Subsidio a la Tortilla” (México); y “Asignación Universal por Hijo” (Argentina).
Según un informe de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) y la OIT (Organización Internacional del Trabajo) de 2014, 21% de los latinoamericanos recibe estos subsidios, siendo los mayores los de Ecuador (43,1%), seguidos de los de Brasil (28,5% de la población) y México, con 27,2%. Los más bajos y acotados son los de Chile, con 3,7%.
Lo importante a considerar, es que estos programas funcionan en un contexto de precio alto de las materias primas (commodities), lo que permitió durante años a Venezuela, Brasil, Ecuador, Argentina y Bolivia comprar –en palabras del analista colombiano Román Ortiz–, “apoyo político con la plata del Estado”, cuestión que actualmente esta terminando, debido al estancamiento de Europa y Japón, y a la disminución del crecimiento chino.
El escenario estará determinado por una Venezuela y Argentina, cuyos experimentos neopopulistas han sido dañinos
La complicación es que muchos de estos mismos gobiernos son parte del problema más que de la solución, ya que han sido afectados por la corrupción y la inseguridad. Sin embargo, cualquier cambio de rumbo, por ahora, se ve impedido por prejuicios ideológicos que dejarían de manifiesto su desgaste.
Es temprano para decir que comienza el fin de 15 años de hegemonía de izquierda y un regreso de la derecha. Quizás es más prudente coincidir con Michael Reid (The Economist), quien afirma que Sudamérica comienza a moverse hacia el centro, aunque el escenario estará determinado por una Venezuela y Argentina, cuyos experimentos neopopulistas han sido dañinos y las transiciones serán difíciles.
En síntesis, ¿puede haber un cambio con los mismos personajes? En Latinoamérica todo es posible, como demuestra, por ejemplo, el segundo gobierno de Alan García, que por cierto es un serio candidato para volver por tercera vez a gobernar en Perú.