Vladimir Chelminski, quien fue Director Ejecutivo de la Cámara de Comercio de Caracas por más de dos décadas, y a quien, junto con Víctor Maldonado y Rocio Guijarro, tengo como referente de la difusión de las ideas de libertad en Venezuela, nuevamente escribe sobre los controles de precios y de cambio, medidas económicas que nos han azotado a los venezolanos por décadas, pero hoy tienen el agravante de ser aplicadas por un régimen socialista abiertamente totalitario.
Chelminski, fellow de la Fundación Francisco Marroquín (en los Estados Unidos) y autor de Los controles de precios. Buenas intenciones y trágicos resultados (Cedice Libertad, 1998), retoma este tema que lamentablemente ha sido una constante en Venezuela, pero esta vez lo hace con la crudeza que esta época impone.
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En algunos pasajes parece recordarnos el ensayo de Frédéric Bastiat “Lo que se ve y no se ve” y lo actualiza con lo que sucede en la Venezuela del siglo XXI al afirmar que “Los controles de precios son contraproducentes porque tienden a paralizar la producción y la inversión. Apenas se imponen, incentivan la demanda y desincentivan la oferta, crean perfectas condiciones para la corrupción e implantan costos administrativos enormes para gobernantes y gobernados, que al final, de alguna manera los paga el público. Terminan creando cementerios de empresas y colas para comprar (mucho más caro). Lo mismo ocurre con los controles de cambio. Las causas y efectos de estas desgracias lamentablemente no son evidentes.”
También este libro nos recuerda Camino de servidumbre de Friedrich A. Hayek, quien advirtiera que todo intento de planificación de la economía terminará en un totalitarismo y estrangulamiento de las libertades civiles y políticas. Para el caso venezolano, el autor nos recuerda el año 2003, determinante para los venezolanos en lo económico, porque “Desde 2003 el gobierno ha querido controlar todas las operaciones de cambio del bolívar con el dólar o con cualquiera otra moneda. Ese año también impuso controles de precios para la mayor parte de los bienes y servicios”, pero con la honestidad que caracteriza al autor, advierte que estas medidas no sólo nos afectaron en lo económico y es contundente al afirmar que “Se perdieron todas las libertades económicas, y con ellas, todas las demás.”
Este libro es ilustrativo de la tragedia que vivimos los venezolanos en números y nos refiere que “Tan mal se ha manejado el país y tanto se han empobrecido los venezolanos, que si bien Bs. 4,30 en enero de 1983 compraban US$1, esos mismos Bs.4,30 al cierre de 2016, solo compraban US$ 0,00000179 (entiéndase 179 cien millonésimas de un dólar). El monto del salario mínimo lo han subido 100.902 veces sin que se hiciera el menor esfuerzo en pensar cuántas personas quedarían desempleadas, ni cuántas empresas tendrían que cerrar tras estas órdenes.”
Este último trabajo de Chelminski nos recuerda a los venezolanos que los controles son dañinos per se y que no existe fórmula para aplicarlos adecuadamente sin que genere efectos nocivos. Sin embargo, este libro también es una advertencia para la región porque lamentablemente “Para la opinión pública, para los políticos y gobernantes, la idea de controlar precios parece a primera vista muy atractiva.”
Lectura recomendada si deseamos superar la situación de atraso que lleva a los gobiernos de la región una y otra vez a aplicar estas medidas y mantener a América Latina como la hija del buen salvaje, la esposa del buen revolucionario y madre predestinada del hombre nuevo como diría Carlos Rangel.