English“La denominación totalitaria, empero, se orienta a la abolición de la libertad, incluso a la eliminación de la espontaneidad humana en general, y en forma alguna a una restricción de la libertad, por tiránica que sea”. —Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo
Esa eliminación de la espontaneidad humana, aspiración propia de todo totalitarismo, se traduce en la presencia del régimen en cada uno de los momentos de nuestra existencia. En un totalitarismo sentimos la presencia del Estado en la toma de decisiones como qué comer y vestir; dónde y cómo vivir; etc. Si esto es así, ¿cómo se sobrevive a este régimen?, o mejor dicho, ¿cómo se vive en él?
Pienso que todo lo que hacemos —como profesionales, docentes, estudiantes— en favor de la libertad, además de estudiar autores como F.A. Hayek, Ludwig von Mises, Murray Rothbard, se refuerza al conocer otros autores (de literatura por ejemplo) que vivieron situaciones similares, en las que la libertad siempre estuvo en riesgo.
No puedo ocultar mi admiración por Albert Camus. Nunca eludió su responsabilidad como escritor y, en consecuencia, como influencia en la opinión pública. Y mi admiración es mayor cada vez que recuerdo que lo hizo en una época llena de tribulaciones, a mitad del siglo XX. Luego de vivir la tragedia de su Argelia natal y la Segunda Guerra Mundial.
Por solo considerar un ejemplo, a Camus se le pidió una colaboración sobre el ingreso de la España franquista a la Unesco. Miren parte de la carta que escribió y publicó:
La Unesco me pidió que colaborara en un estudio que pone en marcha sobre un problema que afecta a la cultura y la educación (…) he recibido esta noticia con indignación (…) Dudo que haya que atribuirlo al interés que la Unesco pueda tener por las realizaciones culturales del Gobierno de Madrid (…) Dudo todavía más de que se explique por el entusiasmo con el que el mencionado Gobierno recibe los principios que la Unesco pretende inspirar. En realidad la España franquista, que censura cualquier expresión libre, censura también sus publicaciones (…) me siento obligado a rechazar, en lo que me concierne, cualquier contacto con su organismo, hasta la fecha en la que rectifique su decisión, y denunciar hasta ese momento la ambigüedad inaceptable de su acción”.
En El hombre rebelde, ya Camus nos ofrece su mayor crítica al comunismo y denuncia cómo el ideal revolucionario degenera en formas de totalitarismo. Si el Estado totalitario busca eliminar todo espacio de libertad, ¿qué se puede hacer entonces? ¿Qué rescatamos de esto?.
Camus nos da la respuesta al decir que un hombre rebelde es uno que dice que no; es uno que dice (o grita) “hasta aquí”; “hay un límite, ¡ya basta!”.
Pero, cómo gritar ese No si no hay libertad, si prácticamente no hay opciones. Cómo gritar No si nos han llevado a preocuparnos por lo inmediato, a preocuparnos por el qué; cómo compro la comida de esta semana, cómo sobrevivo a la inseguridad y cosas por el estilo.
Desde hace 16 años pienso que lo único que no puede destruir o tocar este tipo de Estados, es nuestro espíritu, porque es el que nos permite luchar y seguir en pie.
El espíritu constituye ese último rincón al cual busca quebrar el régimen totalitario y que debemos proteger y mantener por encima de todo, porque es el que, al fin y al cabo, nos permitirá sobrevivir a esto, para vivir en un futuro.