Cayó en 28 puntos la aprobación ciudadana al trabajo que desempeña Carabineros, tras la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca durante un operativo policial en La Araucanía. Según los resultados de la última encuesta Cadem Plaza Pública, la opinión favorable de la gente pasó desde un 67% en octubre a un 39% anotado en la medición del 23 de noviembre.
La caída arrastró al presidente de la república Sebastián Piñera, que con acciones ambiguas, algunas muy oportunas y otras sencillamente no tanto, no parece tener la llave que abra la caja de soluciones para la región.
Más allá de la evaluación a la gestión general de las autoridades, un 69% de los entrevistados dijo estimar que el conflicto mapuche ha ido en aumento en los últimos tres años y, dentro de este grupo, un 44% responsabiliza directamente al gobierno de esa situación.
Asimismo, un 63% afirmó que las fuerzas especiales de Carabineros desplegadas en la zona no se justifican. Esto, pese a que el 77% de los consultados por Cadem califica la convivencia en la Novena Región como “violenta o muy violenta”
En este contexto, un 60% manifiesta creer que “es poco o nada probable” que el gobierno logre implementar su Plan Araucanía que incluía inversiones millonarias y una pacificación inclusiva y democrática.
Con este escenario estadístico que nos provee la encuestadora, cabe preguntarse ¿Qué es lo que realmente sabe la gente en general del llamado conflicto mapuche en la Araucanía? Porque al parecer, para que la mayoría identifique a una etnia completa como “en conflicto” asumiendo o dando por hecho que cualquier persona perteneciente a la misma está en constante antagonismo con el Estado de Chile y se rehúsa a ser parte de él o incorporarse al desarrollo del país con el afán de tener tierras autónomas donde el Estado no tenga injerencia alguna.
Quizás la gente cree que se trata de un conflicto entre industrias que consideran contaminantes y ciertos ambientalistas de etnia mapuche. No sería raro pensarlo pues es una idea muy difundida y generalizada.
La contradicción que nos muestra la estadística, parece indicar que el chileno promedio, que no vive en la Araucanía, piensa que los actos de violencia, que todo el mundo evita llamar terrorismo, son simplemente una respuesta natural a algún abuso del Estado hacia toda una etnia.
¿Acaso no saben los chilenos que se trata de un conflicto mal llamado mapuche? ¿Acaso no están enterados de que la inmensa mayoría de las comunidades mapuche son pacíficas y que muchos de ellos en realidad son víctimas de la violencia por no querer sumarse a los que viven del terror? ¿Cómo es posible que se culpe al gobierno de provocar a ira a toda una etnia, cuando la gran mayoría pide intervención estatal para poder trabajar en un ambiente seguro?
Las personas creen que la situación en la Araucanía es muy violenta y pese a que todas las agresiones, todo el terror provenga de un grupo de diverso origen étnico, con contactos con las FARC en Colombia para ser entrenados y provistos de material y que estos utilicen abiertamente una supuesta causa mapuche para exigir autonomía territorial, las personas siguen creyendo que el terror es causado por el Estado.
El análisis de las cifras no va tanto por lo que el gobierno esté o no haciendo mal ,pues todas las técnicas son discutibles y todas tienen pros y contras, sino que la información que maneje el público en general esté tan distorsionada que provoque contradicciones increíbles como creer que asesinar a dos ancianos encerrados en su casa por medio del fuego, quemar iglesias, escuelas y hospitales y asesinar a personas de la misma etnia mapuche que no comparten los intereses autonomistas no es terrorismo.
Lo increíble es que el progresismo esté tan enquistado en la cultura que ha modificado la opinión de la gente al punto de justificar la violencia por parte de cualquier grupo que se victimice por razones de pertenencia a alguna minoría o pseudo minoría. Impacta ver en las cifras que personas que naturalmente sancionarían la violencia de la delincuencia con absoluto rigor y que siendo afectados por ella, piden justicia y soluciones para vivir en paz, no sean capaces de ver la incoherencia que es pedir que se deje actuar impunemente a la violencia y terrorismo en la Araucanía sin ser jamás intervenido solo en virtud de la etnia a la que pertenecen los victimarios.
Quizás llegó la hora de que un gobierno, la sociedad civil de la Araucanía sobre todo, que sabe lo que de verdad se vive en la región, hable con claridad al resto del país, sin temor de caerle mal a la izquierda que siempre buscará excusas para justificar la violencia. Es tiempo de contar la historia completa, sin miedo a ofender, pues ese es el precio de la libertad, poder oír y ser oído.
No es pecado disentir con los indigenistas, no es aberrante creer que este grupo étnico no es víctima del Chile actual así como los indígenas que ellos expulsaron, masacraron y exterminaron sistemáticamente mucho antes de la conquista española, ya no son víctimas actuales. No es impensable querer y esperar que la historia sea contada tal como ocurre hoy y no se vuelva un relato maniqueo que termina justificando la violencia.
Quizás es demasiado pedir que el chileno promedio se informe mejor y busque salir de la cómoda zona donde todo se generaliza o se puede vivir en feliz ignorancia, pero si hay algo que sí revela la estadística es que al menos los violentistas, sí han hecho un gran trabajo comunicacional y que las verdaderas víctimas de todas las etnias no han podido defenderse mediáticamente y a nadie parece importarle.