Hace rato que en Chile la libertad de expresión pasó a ser una libertad condicional. Se necesita que lo que se ha de decir sea aprobado sobre todo por las sensibilidades de izquierda, quienes a sí mismos no se imponen este tipo de restricciones reservadas solo para quienes discrepan con ellos.
El turno esta vez fue del ejército, que para la izquierda siempre es un placer tener la oportunidad de pisotear.
En un acto privado de la escuela militar, donde se desarrollarían actividades deportivas en un contexto informal, el hijo de Miguel Krassnoff, hoy encarcelado en Punta Peuco por causales de DD.HH, hizo un pequeño discurso y entre sus tantas declaraciones, se atrevió a recordar a su padre a modo personal (no institucional) lo cual por su puesto fue tomado por un izquierda herida por no tener el poder que quisiera, el cual seguramente utilizaría para silenciar a todos sus enemigos políticos.
El grito en el cielo por un comentario personal de un uniformado en un evento informal, lo cual por su puesto, causó una reacción del gobierno de Sebastián Piñera, en rostro de sus ministros, que últimamente ha cultivado como hobby, hacer incesantes guiños a la izquierda como para quedar bien con un sector político que aborrece la democracia.
En seguida se pidieron investigaciones y la cabeza de los responsables resultando en la baja del director de la Escuela Militar, el general Villarroel y el retiro del mismo Krassnoff hijo.
Otro logro comunicacional del progresismo que no es más que comunismo disfrazado de democracia. Los alegatos que fueron respaldados por el gobierno, estipulan que en un acto público, en un recinto de “todos los chilenos” no se deben hacer homenajes a violadores de derechos humanos y que esto va en contra de los valores tanto de la institución como del país.
Varios puntos que aclarar y varios errores no forzados del gobierno que seguramente le costarán electoralmente:
- No hubo tal homenaje. El solo hecho de que el mismo ejército haya aclarado que nunca se trató de un homenaje y que fueron palabras a título personal del emisor del discurso, debería haber bastado para dejar el asunto ahí, pues no daba para el escándalo que provocó. Un verdadero homenaje no se niega, no se justifica, pues sino ¿para qué homenajear?- Simplemente y como puede pasar en cualquier discurso, una persona emitió frases a título personal en las cuales simplemente reconoce la formación entregada por su padre. Se trata de un hijo que tiene todo el derecho de creer que su progenitor es inocente y hacer memoria de él no implica que se trate de un homenaje institucional.
- ¿Ser condenado crea realidad? Más allá de si corresponden o no las condenas por violaciones a DD.HH es interesante que pese a que la historia ha demostrado que no todos quienes están en la cárcel son culpables ni todos los que están libres son inocentes, se entienda que solo los violadores de DD.HH que son condenados, tienen culpa, pero mientras no haya un juicio, por más atroces que sean los crímenes de ciertos personajes, estos no serán recordados como asesinos. Ejemplos hay demasiados. Mao Tze Tung en China nunca tuvo un juicio y aún es reverenciado por miles de utopistas, para que decir Stalin o Fidel castro o Nicolás Maduro quien es fuertemente defendido por la izquierda chilena, pero que sin juicio de por medio, presenta suficiente evidencia de violación a DD.HH. Es importante este punto porque da pie al siguiente.
- ¿La izquierda sí puede expresarse libremente y homenajear a violadores de DD.HH? Parece que de verdad la libertad de expresión es solo para algunos. Una de las cosas que hace que todo este escándalo propiciado por la izquierda sea tan irritante y genere tanta impotencia, es la doble moral, la hipocresía con la que se le permite operar al progresismo. En la moneda, que es un espacio no solo público sino que representativo de los chilenos y su soberanía, Michelle Bachelet homenajeó libremente a Fidel Castro, desconociendo a miles y miles de víctimas que han sufrido y que murieron bajo su opresión marxista. EL partido comunista, en espacios públicos, en los mismos medios, se han dado el lujo de exaltar la figura del Che Guevara, un prolífico asesino serial, psicópata latinoamericano que creo entre otras cosas, uno de los primeros campos de concentración para personas homosexuales. También la izquierda defiende a Maduro, quien tiene a su propio pueblo en la miseria, la opresión y la más abyecta humillación, pero personajes como Alejandro Navarro lo defienden como si fuera el mesías latinoamericano. Lo de Daniel Ortega no es sorpresa, sabíamos que si defienden a Maduro, también defenderían en los medios a Ortega. Para qué hablar de cómo defienden a los asesinos del senador Jaime Guzmán, a quienes consideran héroes, pese a que cometieron su crimen en plena democracia. Quizá alguno de estos personajes tan nefastos no fueron enjuiciados, pero son todos, sin excepción, violadores de DD.HH, asesinos implacables, psicópatas al poder, pero íconos de la izquierda.
- No se trata de empatar. No se entienda que llamar la atención sobre estos puntos, significa que se justifica el actuar de cualquiera que viole DD.HH bajo una teoría del empate. Se trata de dejar de aplaudir la hipocresía de la izquierda, ese descaro que tienen para expresarse libremente sobre sus ídolos asesinos y pedir explicaciones y ruede de cabezas por un comentario personal de un hijo sobre un padre. Lo que molesta también es la cobardía de un gobierno que en vez de bajar el tema y obligar a la izquierda a transitar hacia la verdadera reconciliación, considerando que ellos jamás harán un mea culpa, en vez de eso, el gobierno aviva la llama de la hipocresía y les sirve la mesa para su festín.
Lo que cansa es ese doble estándar, la falta de carácter del gobierno para darla a cada cosa la debida proporción y que tan pocos sean capaces de interpelar a una izquierda hipócrita, manchada de sangre de millones de personas cuyas vidas fueron extinguidas en aras del fanatismo marxista.