La prensa es en gran parte responsable de la bipolaridad nacional en Chile. El hecho de que en septiembre seamos capaces de odiarnos y amarnos entre todos con solo unos días de separación habla del efecto y poder que tiene la prensa hasta ahora, pues maneja los tiempos de los temas y la agenda nacional.
Pero es un poder que está perdiendo día a día gracias a innumerables malas prácticas que terminan por cansar a la audiencia y no solo eso, el obvio lineamiento izquierdista debería preocuparnos, pues para una sociedad es difícil decidir de manera informada cuando la información está viciada.
Los medios de comunicación en Chile, han pasado de ser informativos a reformadores creyendo en la filosofía representada por Dean Baquet editor ejecutivo del New York Times, quien dice: “ Un verdadero periodista debe tener en su corazón el deseo de mejorar la sociedad” pero el editor del NYT está rotundamente equivocado.
Los verdaderos periodistas deben buscar la verdad, entonces dejan que los ciudadanos usen esa verdad para construir una mejor sociedad. Cuando los periodistas moldean las noticias para encajar con su visión de una “mejor sociedad” simplemente no está haciendo su trabajo sino que se ponen en esa esfera superior y totalitaria de creer saber con toda certeza lo que es mejor para la felicidad del prójimo.
En definitiva, la agenda no la domina a sociedad civil sino los medios y estos determinan la importancia de los temas y su duración en exposición, por lo tanto es como un hipnotizador que programa a sus intervenidos para olvidar ciertos asuntos según lo dictaminen los antojos del mesmerizador.
Aunque esta sea la realidad mediática de Chile, las supuestas masas están compuestas por individuos, que cada día van dándose cuenta que ya no reciben noticias sino adoctrinamiento y esto termina por minar la confianza y credibilidad de los medios. Si no podemos obtener las noticias sin filtro de parte de quienes se suponen se dedican a “informar” ¿de quién entonces se supone que debemos obtenerlas? ¿En quién debemos confiar para la observación de la realidad?
Varios problemas tiene el periodismo en Chile que causan esta pérdida de confianza a la vez que moldean la agenda nacional. Es difícil comprender esto, pues si no hay confianza ¿Cómo es posible que tengan influencia sobre la agenda nacional?
- Desde ya hace mucho, se viene hablando del concepto de “fake news” o noticias falsas. Estas son la clase de informaciones tendenciosas que suelen salir de los medios de comunicación. Una de las razones es que las sólidas barreras que existían entre la información y la opinión, se han transformado en borrosas y casi imperceptibles líneas. Muchos confundes los dos conceptos y creen que deben informar sus opiniones personales como si fueran hechos. Esto es no solo aplaudido por los directores de medios que alguna vez fueron defensores de las barreras éticas del periodismo, sino que lo promueven con cada nueva generación de comunicadores. El resultado: cada vez es más difícil para los chilenos separar las noticias reales de las falsas.
- La tendencia a poner el rating por sobre la realidad lleva a manipular la información demasiado frecuentemente y rara vez son enmendados. Cuando el buen nombre de alguien es destruido por la edición de las noticias según antojo del informante, la réplica nunca llega a cubrir tanto espacio o generar tanta atención como la noticia inicial.
- Sin importar cuanto agraden o desagraden los políticos de turno, la obligación del periodismo es tratarlos con igualdad. Lamentablemente esto casi nunca ocurre. Podemos simplemente comenzar a enumerar casos como ocurrió cuando el presidente Piñera habló de las mujeres de Chile como “nuestras mujeres” evidentemente refiriéndose al conjunto que habita en Chile. Esto fue recalcado por todos los medios nacionales como un acto de machismo extremo de parte del presidente por cosificar a las mujeres llamándolas “nuestras” como si estas fueran propiedad. Sin embargo cuando Personajes de la izquierda no solo insultaron verbalmente sino que se mofaron de ministras de Estado, los medios casi justificaron el hecho como si las ministras se lo hubiesen ganado. Este desequilibrio genera desconfianza en gran parte de la audiencia pues se sabe el tono tendencioso de lo que ciertos personajes reportearán.
- El alineamiento hacia el progresismo es casi monopólico. Esto tiñe las noticias de tendencias ideológicas visiblemente forzadas hacia la izquierda. La realidad se estira y distorciona para presentar la información en forma proselitista. Un ejemplo de esto lo da la clásica estación CNN Chile, donde anunciaron con bombos y platillos al “experto” que según ellos desmintió que Chile haya mejorado su economía bajo el gobierno de Pinochet. Con el solo titular, la mayoría interpretará una opinión como realidad. Jamás harán hincapié en que tal experto no es economista sino sociólogo, que no entrega ningún dato duro sino se basa en opiniones personales y generalidades y que los grandes economistas han explicado el crecimiento de chile solo gracias al modelo liberal.
- Utilizan el medio como medida de presión al gobierno. Creeríamos que lo hacen con cualquier gobierno, pero la tendencia apunta a que el absolutismo e intolerancia es expresada contra gobiernos de derecha. Con la filosofía de que debe sentirse bien sin importar los resultados, el pragmatismo y la libertad con sus resultados le resultan sórdidos e inhumanos porque no se siente bien aunque sí funcione. Por eso la agenda es impulsada en gran parte por los medios que mantienen los temas vivos a conveniencia de sus tendencias progresistas, lo cual ha guiado sin duda el trabajo legislativo.
El periodismo militante es en gran parte responsable por la eternización de los odios, por la inconsistencia de la clase política que busca acomodarse a lo que es popular en los medios y también es responsable de su propio desprestigio. La gente quiere simplemente sus noticias, sin aditivos ni sermones, sencillamente queremos que vuelvan “LAS NOTICIAS”