Gran impacto mediático y social ha causado el crimen protagonizado por una familia en la región metropolitana de Chile. Un joven de 18 años, armado con cuchillo, dio muerte a tres personas en su afán por conseguir bienes que cambiar por droga.
Lo impresionante del caso es que el sujeto ya llevaba 21 detenciones como menor de edad, previas al crimen y lo que no logra entender o asimilar la población es la libertad de la que gozaba el sujeto. ¿Por qué estaba libre?
La justicia parece haber sentado precedentes firmes sobre cómo se han de tratar la delincuencia. No se entiende cómo analizan las autoridades judiciales este tipo de casos, ya que casi bajo cualquier lógica, un sujeto como este es un peligro para la sociedad.
Respecto de su historial delictual, registra múltiples detenciones desde muy menor, registra 13 condenas, la mayoría de ellos, y este es un hecho bien especial, comienzan por hurtos, robos de menor entidad a domicilios que se encuentran abandonados o con moradores, pero sin causarle daño a las personas que se encuentran en su interior, y esos hechos se repiten durante toda su adolescencia.
A raíz de estos antecedentes, nace una típica reflexión social muy asociada a la izquierda y que logra venderse muy bien en el mundo progresista y es la siguiente: “este crimen lo cometimos de cierta forma todos nosotros, por la vida que le tocó a este joven, porque como sociedad no fuimos capaces de proveerle educación oportuna, un hogar y discernimiento entre el bien y el mal”
Quiero permitirme explayarme en esta filosofía que colectiviza las responsabilidades, porque en defensa de la libertad, es necesario dejar en claro que cada persona es dueña de las consecuencias de sus propias decisiones.
1- Es cierto que hay una cifra cercana a las 70.000 niños y adolescentes que están fuera del sistema escolar. Esta cifra no equivale al número de delincuentes que habremos de tener en algunos años más ya que la decisión de la escolaridad no determina la fortaleza moral de una persona.
El joven en cuestión es uno de estos desertados que solo llegó a 7°básico de la educación formal, pero esto no implica una carencia absoluta de valores morales intrínsecos al ser humanos que al menos alguna vez ha convivido en sociedad.
Sí, como sociedad debemos avanzar en Chile hacia una educación que sirva no solo para instruir en asuntos técnicos sino que forme personas adaptadas a vivir en libertad, pero la ausencia de esa educación, no debiera necesariamente traducirse en la anulación de la conciencia humanista de ninguna persona. Aún un analfabeto puede entender que hay valor en la preservación de la vida.
2- Bajo este punto de vista ya mencionado, es absurdo colectivizar un crimen. Este acto horrendo fue cometido por una persona, un individuo con decisión propia y como tal debe responder ante la justicia sin el atenuante de sus circunstancias sociales.
Cuando se colectivizan las responsabilidades, lo único que se logra es hacer a la justicia ignorante de su deber, se minimiza el costo de la violencia y se justifica tal proceder como asignándole culpa a las víctimas de su propia desgracia. Que el sujeto haya carecido de redes de apoyo no es en absoluto un aliciente para dar rienda suelta a su desquiciado actuar.
3- Chile sí o sí debe mejorar su sistema penal juvenil, que no debe por ningún motivo mezclarse con la orfandad que ningún delito ha cometido como es el caso del Sename (Servicio Nacional de Menores), donde niños cuyas familias no los pueden tener o simplemente han sido abandonados, se mezclan con delincuentes juveniles.
4- Debe haber una fuerte formación cívica con respecto de la planificación familiar, para que las personas con absoluta responsabilidad hagan provisión para los hogares que forman, sabiendo que todo cuesta y que hacer familia implica una responsabilidad irrenunciable, pues la ausencia de estos conocimientos son las que repletan las salas del Sename (Servicio Nacional de Menores) y en algunos casos, la ausencia de guía, puede terminar en el delito.
Parte de una educación de calidad es hacer responsable a cada individuo de las decisiones que toma sin asignarle culpas al resto por la vida que viven y viendo en sí mismos las posibilidades para mejorar su situación sin ir en desmedro de otros.
5- También debe chile avanzar en el modelo de justicia y reinserción, pero que nos falte espacio en las cárceles, que sea difícil establecer métodos para quitarle al mundo del delito un individuo y sumarlo a la fuerza civil, no quiere decir que la justicia deba dejar de hacer su trabajo. Si las leyes de la coexistencia son violadas, la sanción es justa y necesaria.
6- El resultado inevitable de la impunidad es la respuesta ciudadana. EN ausencia de justica, más temprano que tarde llega el caos. Algo que la izqueirda no entiende o no quiere entender es que no nos hace más humanitarios ignorar un crimen como si se tratara de una falta pequeña, basándonos en la edad y circunstancias económicas del infractor.
Humanitario es sentar precedente apropiados que actúen como buenos disuasivos, pues es más libre una sociedad que puede salir sabiendo que tiene altas probabilidades de volver a casa sin malas novedades, que una que debe mirar sobre su hombro.
Humanitario es poner a la víctima en el lugar que le corresponde, de vulnerado y al victimario sancionarlo sin esa pseudo compasión que solo pone en peligro al resto de la ciudadanía, pues el mundo delictual ve cada acto de impunidad como un estímulo para infringir la ley y dañar a ciudadanos de bien.
7-La reacción ciudadana puede llegar a desbordarse y desatar verdaderas olas de violencia. Algo así como una “para justicia” ya que la justicia ordinaria no parece funcionar, se tomará la justicia en manos propias de la ciudadanía. Esperar a llegar a eso es un dolo que Chile no se debe permitir.
Finalmente se reduce a una cosa. Justicia o Caos.