Típicamente, mayo era el mes donde se hacían las cuentas públicas presidenciales. Los chilenos estábamos acostumbrados a escuchar los grandes logros, las maravillas y milagros producidos por las distintas administraciones y en particular con el gobierno de la señora Michelle Bachelet, se nos hizo familiar el concepto de “conquista”…”hemos conquistado…para el pueblo de todos y todas…”
Cada cuenta pública se transformó en los últimos 4 años en una predicación sacerdotal en la que se pseudo informaba a las personas dando a conocer aquellas “conquistas” del Estado que según la clase política que nos gobernaba, serían imposibles desde la sociedad civil.
Muchas maravillas expuestas en el sermón ideológico en el que se convirtió la famosa cita y cada una de aquellas milagrosas intervenciones estatales, aseguraba beneficiar a todos dando la impresión que el país descrito fuera de otra galaxia donde el estado es perfecto, no comete errores y siempre sabe lo que es mejor para los demás sin importar lo que eso cueste, pues al parecer estábamos viviendo en una utopía.
Lógicamente ese relato fracasó porque la gente oía una realidad que no era la suya y optó por cambiar el rumbo desde los cuentos de hadas y falsos informes a una administración seria que aunque no pueda prometer más que flota y una lenta recuperación, al menos será la realidad.
Hoy, sin necesidad de habernos citado televisiva y presencialmente a oír una cuenta pública, de apoco cada ministerio que ha asumido con el gobierno de Sebastián Piñera, nos revelan el estado en el que recibieron sus carteras. Se hizo necesario pues las personas no estábamos al tanto de la magnitud del desastre que se nos había heredado y cuanto nos había costado la danza en el poder de la izquierda.
Hace no más de dos días, fue interpelado el ministro de salud Emilio Santelices por un asunto del protocolo de la ley de aborto en 3 causales, pero la instancia le sirvió a Chile no solo para entender el punto de vista del ministro en términos de lo que es importante y urgente, sino que nos fue revelado el desastre que recibió y que se ha hecho para arreglarlo.
Supimos de las medidas de acortamiento de las listas de espera, que en menos de un mes ha tenido a los hospitales a máxima capacidad para realizar cirugías y disminuir un listado gigantesco por el que alguna vez tuvimos que lamentar 25.000 muertes debidas a la espera. Hoy el ministro no solo está más fortalecido y empoderado, sino que la gente entiende en términos de vidas, cuanto nos costó la corrupción anterior.
Agregándose a salud, está ni más ni menos que hacienda en la persona del ministro Felipe Larraín quien sin tapujos sinceró las cifras que estaban no solo ocultas sino falseadas durante el gobierno anterior.
Tras una revisión de las cuentas fiscales, el ministro Felipe Larraín enfatizó que existen gastos no contemplados en el Presupuesto ni el Tesoro Público por casi USD $1.400 millones en promedio por año, destacando un déficit hospitalario no considerado en torno a USD $1.000 millones para 2018.
De acuerdo con lo informado por Larraín, tras una revisión de los gastos proyectados (operacionales, programáticos y otros) entre 2018 y 2021, se calculó más de USD $5.500 millones adicionales para los cuatro años, con proyecciones de casi USD $1.400 millones en promedio por año.
“La situación fiscal es peor a lo esperado”, dijo el ministro en este nuevo escenario expuesto, y comprometió para las próximas semanas el anuncio de una extensión de las medidas de austeridad, que se sumará a las ya anunciadas para las empresas y reparticiones públicas.
Asimismo, insistió en la necesidad de impulsar el crecimiento económico, recordando que un punto adicional en cuatro años entrega cerca de USD $6.000 millones a la economía.
“No solo necesitamos profundizar las medidas de austeridad fiscal, también queremos ser claros en que necesitamos crecimiento económico para ordenar nuestras cuentas fiscales” aseguró el ministro.
Pese a este nuevo panorama fiscal, las autoridades económicas aseguraron que se mantendrá “el compromiso de converger hacia el balance estructural en un plazo de 6 a 8 años, y mantenemos también nuestro objetivo de estabilizar la evolución de la deuda pública como porcentaje del PIB”.
Los detalles fueron claramente informados por el ministro de hacienda quien invitó a los exmiembros del gabinete económico de Michelle Bachelet a contrastar públicamente las cifras. Por su puesto luego de desmentir al actual ministro, Nicolás Eyzaguirre, el previo titular de hacienda, insistió en que no sabía de qué estaba hablando el nuevo ministro.
Dijo también que gustosamente iría a aclarar cualquier cifra, pero ya se ha excusado 4 veces de hacerlo y lo más probable es que no lo haga, pues no va a exponer su figura sabiendo que no tiene defensa posible más que explicaciones superficiales que son fácilmente desmontables con los informes de gestión disponibles.
Todo este panorama se refuerza cuando nos informamos de declaraciones como la del exministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, quien aseguró que estaba decepcionado pues el anterior gobierno y sus partidos se comportaron como agencias de empleo.
El déficit fiscal que hemos heredado, nos interpela como sociedad. Nos llama a ser una ciudadanía cuestionadora que no debe volver a permitirse ser envuelta en discursos de conquistas inexistentes ni engañada por un amplio comité de aplausos que los diferentes gobiernos se esfuerzan por llevar a sus cuentas públicas.
Es necesario exigir informes exhaustivos, contantes auditorías externas al estado y la justificación de cada gasto no está demás, pues ya demasiado nos sigue costando la idea de que lo que otros proveen no cuesta. No nos debe volver a ocurrir que un gobierno tan irresponsable y corrupto como el Michelle Bachelet, nos deje endeudados y no haya consecuencias. Debemos ser capaces de exigir responsabilidad de parte de los gobiernos y sancionar a aquellos que denostan la república con el despilfarro. El cuidado de la libertad también pasa por cuidar el bolsillo nacional.
Hoy, solo nos queda crecer.