Un asunto por revisar en este nuevo gobierno de Sebastián Piñera, o como algunos desean llamarlo, el “gobierno de la derecha” con un cierto tono despectivo, es la legislación laboral.
Durante el anterior gobierno de la socialista Michelle Bachelet, se aprobó una medida que hoy muestra la primera ola de sus nefastas consecuencias, esta es la Huelga sin reemplazo. Simplemente se trata de que un sindicato x en cualquier empresa o compañía, no solo tiene derecho a manifestarse cesando sus actividades en la búsqueda de mejoras en las condiciones de trabajo, sino que las personas que participen en dicha manifestación, no pueden ser en ningún porcentaje reemplazadas para continuar dando el servicio mientras se esté en conversaciones.
Fuerte y avasalladoramente se escuchó en su momento a los parlamentarios de izquierda promover esta medida contra la horrible explotación que produce el “desastroso modelo neoliberal” que parece haber nacido con el afán de torturar al trabajador y despojarlo de toda su dignidad.
Atrapados en el discurso de la lucha de clases, donde el dueño de cualquier emprendimiento es concebido como un vil explotador, el villano malvado que utiliza a sus trabajadores como simples peones de ajedrez para alcanzar su inagotable deseo de acumulación, la izquierda resolvió con aquella política de la retroexcavadora, en darle un duro golpe a la libertad económica en la cual los individuos tienen el poder de negociar por sí mismos, las condiciones bajo las cuales habrán de prestar servicios.
Hoy, quien sufre la populista medida, no es más ni menos que la aerolínea Latam, que alguna vez fuere LAN Chile y hoy es parte del patrimonio de la familia cueto.
Claudia Sender, vicepresidenta de clientes de Latam, explicó muy bien en qué consisten las muchas demandas que tiene el sindicato de tripulantes de la compañía. En sus palabras: “La aviación en Chile es bastante simple, la gran mayoría de los vuelos pasan por Santiago, y nuestros tripulantes pernoctan en promedio una noche fuera de su base, o sea, van y vuelven“, dijo, dando como ejemplo a Brasil, el mayor mercado aéreo de la región.
“En Brasil los tripulantes vuelan 6 días y descansan 1 día; en Ecuador, vuelan cinco días y descansan 2 o vuelan 10 días o descansan 4; en España vuelan 7 días y descansan 2 días, cuando la verdad es que no son dos días de descanso, no son dos días completos de descanso, son 36 horas de descanso con dos noches de descanso; y Estados Unidos los tripulantes vuelan siete días con 1,3 días de descanso“, aseguró la ejecutiva de Latam.
“Osea lo que están pidiendo los tripulantes no existe en ningún otro país del mundo, con otra aviación bastante más desarrollada y compleja de la que hoy nosotros vivimos en el mercado doméstico de Chile“, afirmó.
¿Cuál es el objetivo de una huelga? Al parecer la única razón para llegar a esta medida sería que todas las instancias de diálogo han sido insuficientes, pero en el caso de Latam, aún estaban negociando en la inspección del trabajo. No era precisamente una marcha de obreros explotados con señales físicas del abuso, ni la evidente miseria del siglo XIX. Este grupo es infinitamente más privilegiado incluso a comparación mundial.
La realidad que ofrece la libertad económica hace que los descontentos tengan enormes posibilidades de migrar hacia oportunidades laborales más favorables. No estamos en la época del salitre donde el abuso era insostenible y los obreros eran esclavos económicos de los oligarcas. El gran regalo del libre mercado es la posibilidad de movilizarse socialmente, desarrollar el potencial e intercambiar de manera de obtener beneficio.
En el caso de las aerolíneas, que siempre son vulnerables a quiebras por paralización, los beneficios a trabajadores tienden a ser más que suficientes entendiendo que el mismo mercado hace que la estabilidad y regularidad de los personales sea frágil. En estos últimos tiempos ha aumentado tanto la competencia que eso no solo beneficia al consumidor que puede viajar mejor y más barato, sino que amplía el mercado laboral para todos aquellos descontentos con su compañía.
Por razones de intención de servicio, competencia en frecuencia y precios, las aerolíneas tienden a favorecer a sus tripulantes con tal de contar con un personal leal, que esté cómodo en sus actividades y probada está la cantidad de beneficios que casi solo tiene esta área de servicios. Todo esto gracias a que la libertad económica le permite al individuo circular entre el trabajo y el servicio a gusto.
En este escenario solo es posible ver que los huelguistas, que han paralizado a la aerolínea que alguna vez fuera nacional, hoy exigen sabiéndose dueños del artificial derecho pues en sus manos está la vida de la empresa. Es un chantaje abierto a la libertad económica, pues en tiempos de bonanza, donde la legalidad se cumple, la tasa de beneficios está a tope, siguen exigiendo beneficios que solo una alta productividad tendría a decencia de exigir.
Deuda pendiente para el nuevo gobierno que para proteger a usuarios y la necesaria e indispensable libertad económica, debe no solo revisar sino encaminarse a derogar aquellas legislaciones que permitan que un grupo de interés pueda chantajear a su empleador con resultado de quiebra, pues eso solo resultaría en pérdida de competencia y desmedro para quienes utilizan el servicio y aquellos que habiéndolo quebrado ahora no tendrán fuente de sustento.
Necesitamos como país, más inversión, más crecimiento, más desarrollo, pero en conclusión es difícil llegar a la cúspide del potencial del país cuando las personas no se dan cuenta que para repartir hay que producir, que no se puede vivir como rico siendo de ingresos medios y que la cultura de la inmediatez ha dejado a medio camino a varios países que alguna vez estuvieron en vías de desarrollo.
Solo la protección a la libertad económica y civil puede tener como resultado el verdadero despegue a ser una sociedad modelo, no la cultura del chantaje.