En Chile ha sido álgida la confrontación de las partes en la discusión sobre la llamada ley de “Aborto en 3 Causales” tambien abreviada como A3C. Y es que en Chile los debates en el parlamento se han tornado en discusiones casi callejeras en las cuales más que estudiar los proyectos de ley en su totalidad, primero se analiza quien los apoya para saber si votar a favor o en contra. Se han personalizado de tal manera los temas que se legisla con la política de “veamos quien es el mensajero para saber si recibir o no el mensaje”.
La polémica se traslada a las redes sociales donde las personas son categóricas en expresar su aprobación o disgusto y se ha llegado a hablar, como ocurre en casi todo el mundo donde esto es un tema, sobre los provida y los abortistas.
No es sencillo opinar en una sociedad donde las personas necesitan encasillar dicha opinión para saber si descartarla por la etiqueta que supuestamente lleva o no, pero de todas maneras es bueno, al menos intentarlo, y quizás despejar algunas dudas y aclarar algunos mitos sobre este debate.
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En primer lugar se hace necesario establecer que este mundo no es ideal, que el papel aguanta todo, pero la realidad no. En otros casos la familia que ansiosa espera a su bebé, ve como la tragedia los invade al ser un embarazo que pone en riesgo la vida de la madre y para que hablar de aquellas terribles circunstancias en las que se diagnostica la pronta muerte del recién nacido pues habrá de llegar al mundo condicionado a vivir instantes, horas o solo unos días.
Cuando el Estado intenta legislar en estas tres ocasiones, se levantan debates médicos y técnicos para establecer cuando hay o no vida. Simplemente asumamos que existe vida desde la concepción. Aun así el enfoque de la discusión es erróneo si se centra en definir si es o no asesinato ya que obviamente cesaría de existir la criatura. Y es que ese no es el punto sino lo consecuencia de aquello.
El centro que se está perdiendo es la despenalización del acto de abortar sustentando cualquiera de estas tres causales, no es invitar a esgrimirlas por gusto, deseo o por deporte como algunos sugieren, sino coaccionar una decisión tremendamente difícil dada las circunstancias, con la amenaza de cárcel tanto para quien se somete al aborto como para el médico tratante. Esto también implica un debate ético a nivel gremial ya que habría doctores dispuestos a tratar pacientes que requieran someterse a un aborto y otros que se negarán rotundamente y eso es sencillo de arreglar ya que se puede crear una lista de médicos que tratan y médicos que no y así no se obliga a ningún facultativo a ir contra su conciencia.
El punto sigue siendo si se apoya o no la cárcel para quienes Se encuentren en esta situación, por lo tanto nunca se debió hablar de un debate entre los “PROVIDA” y los “abortistas” pues ninguna persona en su sano juicio (cosa que muchos parlamentarios cuestionan sobre la mujer en general, incluyendo la sugerencia de que inventarían violaciones para justificar abortos) tiene como meta realizarse un aborto. Entendamos que dentro de esta declaración se emplea el juicio común, aquel que sirve para establecer la paz social y que permite que si bien haya asesinos en serie, la mayoría sea capaz de convivir en paz y por lo tanto los asesinatos sigan apareciendo en las noticias por romper el común. Lo mismo aplica en este caso. Comúnmente el aborto no será una situación deseada ni buscada.
Estas tres causales, en el verdadero debate, debieron presentarse no como excusas para acabar con una vida, sino como defensa frente a la amenaza de cárcel para alguien que debe escoger entre dos males. Recordando que el mundo no es perfecto y que la desgracia ocurre, a veces hay que tomar decisiones que supongan el menor de los males para la vida que YA EXISTE que es la de la madre y para eso es bueno echar un vistazo a estas causales que le permitirían a una mujer no enfrentar el encarcelamiento por esta difícil decisión.
La primera es violación, lo que implica que la voluntad de un tercero fue impuesta a una mujer y como producto de este trauma una vida fue gestada. Hay muchas mujeres muy valientes que seguirán adelante con estos embarazos y enfrentarán la vida como venga, pero coaccionar con la amenaza de la cárcel a muchas que no tienen por qué tener ni la fortaleza ni la resiliencia por una decisión que les fue robada es simplemente revictimizarlas. Esto nada tiene que ver con la impunidad al violador, pues para que haya justicia solo deben mejorar las formas de captura y elevar las penas pues frente a un aborto por esta causal, la culpa del mismo debiera sumarse a la sentencia del violador.
La segunda es incompatibilidad del feto con la vida. Muchas veces hay niños que vienen con ciertas malformaciones que la misma ley describe, son incompatibles con la vida, pues el infante no durará más de unos instantes, horas o días y luego morirá. Claro que hay margen de error y claro que es admirable que algunas familias decidan llegar hasta el final con el embarazo, pero como existe la diversidad y no todos tienen ni la misma resiliencia ni configuración emocional, esa es una decisión que solo la familia y la mujer sobretodo de be tomar sin la amenaza de la cárcel. Ya la decisión es lo suficientemente difícil como para agregar una sanción. Nadie hace una invitación para que cada mujer que viva esta situación proceda al aborto, pero se despenaliza si la decisión es terminar con el embarazo. No hablamos de criminales, hablamos de personas que dolorosamente harán esta decisión que seguramente habrían querido evitarla.
Hay ocasiones en que los niños desafiarán los pronósticos y se recompensará la insistencia de la madre con un infante sano y longevo, pero sigue siendo una decisión dolorosa y un riesgo tanto físico como emocional que solo la mujer tiene derecho de tomar o rechazar sin tener al Estado amenazando su libertad física.
La tercera causal es tan terrible como la segunda, pues representa riesgo vital para la madre. Es importante que la defensa de la vida deba incluir a quien habrá de dar a luz. Es después de todo una vida que ya existe, tiene recuerdos acumulados, historia y seguramente una familia que necesita de ella. La decisión nunca puede estar coartada por la amenaza estatal que reza: “o mueres intentando dar a luz o pierdes tu libertad” Estas decisiones, insisto, NUNCA, son sencillas ni deseables, pero no corresponde al Estado decidir, pues cada caso involucra a personas diferentes, con configuraciones emocionales distintas, ni mejores ni perores sino distintas y un Estado que respete la libertad sabrá distinguir entre el crimen abierto y la necesidad de dejar de perseguir a quienes ya tienen suficiente con la difícil decisión que enfrentan.
No existe entonces el debate proaborto, pues en realidad nadie desea esta situación, sino que se debe volver a la raíz de la discusión, despenalización.
Se el Estado desea proteger al no nato, puede desarrollar programas de acompañamiento, ayudar a la sociedad civil que desea involucrarse para cuidar a quienes deben enfrentarse a estas situaciones y quizás reduzcan significativamente la tasa de aborto, pero NUNCA debiera legislarse para reducir la libertad en decisiones tan sensibles.