El 21 de mayo es una fecha muy importante para los chilenos en general. Se conmemoran las glorias navales y el sacrificio patriota del Capitán Prat y su tripulación que murieron en combate.
También el valioso gesto del capitán Peruano Miguel Grau al devolver las pertenencias del capitán Arturo Prat a su viuda junto a una carta donde reconoce el valor del fallecido se tiene en alta estima y se presenta como ejemplo de dignidad y decencia.
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Es que ser patriota no es malo. Es sino recordar que se pertenece a un espacio determinado cuya paz, tranquilidad y prosperidad hay que cuidar entre todos, lo cual a veces implicará sacrificios. Para el ejército, es dar la vida si es necesario por este fin (sí, para preservar la paz a veces se debe tener un ejército que disuada la guerra).
La costumbre dictaba celebrar en Valparaíso una conmemoración a las glorias navales, que válidamente, como otros países celebran otras hazañas y epopeyas, se presenta a modo de desfiles, ceremonias y hasta el año anterior, se incluía la cuenta pública presidencial.
El problema con esto último es que se politizaba la conmemoración y típicamente se prestaba para el vandalismo salvaje de muchos inadaptados que, aprovechando lo que alguna vez fueron marchas pacíficas en protesta de lo que sea, tomaban la instancia y la convertían en día de saqueos, destrozos e incluso incendios que el año 2016 significó la muerte de un guardia de seguridad llamado Eduardo Lara.
Hoy 2017, la cuenta pública se ha trasladado a otra fecha con la esperanza de no opacar la celebración patriota con hechos de violencia, pero podemos estar seguros que ese día en que se efectúe la cuenta pública, será de igual manera, una excusa para que aquellos que desean dañar el espacio público lo hagan.
Se sabe que no habrá mayores sanciones, porque el actual gobierno confunde democracia y libertad de expresión con vandalismo y desorden público. Celebra a aquellos que producen disturbios y los martiriza en contraste con aquellos que intentan preservar dicho orden y paz para los ciudadanos. Esto es fácil de notar al observar la impunidad con que se humilla, agrede y provoca a la fuerza pública y pasividad con que el gobierno asume esos hechos, pero critica con vehemencia ya casi cualquier maniobra policial incluido el legítimo arresto de personas descubiertas in situ haciendo destrozos y provocando disturbios.
Para eso se tiene un Instituto de Derechos Humanos, lo cual es irrisorio que exista en un país libre como Chile donde no se violan los derechos humanos, la gente se puede expresar con libertad, etc. de lo contrario ni si quiera podría existir dicha institución, pero al existir, debe justificar su permanencia y el objeto constante de su acoso siempre es la fuerza pública, que para eso está, para reprimir el desorden público que altera la paz y la buena convivencia. ¿Por qué? Bueno su directora Lorena Fries es miembro del partido comunista, por lo tanto sus sensibilidades siempre justificarán la “expresión ciudadana” por cualquier medio.
Es que la izquierda parece haber olvidado que existen deberes, que existe la responsabilidad civil y que el espacio público es eso, público.
El grave problema con esto es que como en toda la historia de todos los socialismos que el mundo ha visto, Chile sin ser la excepción y hoy por hoy gobernado por el socialismo, tiende a cambiar la noción ciudadana de lo público.
No es difícil explicar por qué en vez de avanzar hacia una sociedad que mantenga la limpieza en las vías, que disfrute ver los espacios públicos sin rayados, que no espere violencia en todas las fechas emblemáticas, se está al contrario, avanzando hacia una indiferencia con respecto de lo que el otro hace en espacios que se supone que son de todos y a creer, casi de manera colectiva que libre expresión y violencia van juntos.
No estamos en Venezuela donde la desobediencia civil está más que justificada por la injusta imposición de la miseria y la coerción. Se supone que Chile avanzó hacia la libertad, pero seguimos viendo personas con poco o nulo interés por preservar los espacios de todos.
Es que el socialismo lo que propone no es lo público versus lo privado. Muchos se han confundido con esa retórica, pues históricamente lo que se ve es que el socialismo o el izquierdismo en todas sus variantes (sí, incluyendo el Nazismo que es “Nacionalsocialismo”) no cree en lo público, en aquello que es responsabilidad de todos preservar, más bien cree en la propiedad privada del Estado, ajena a sus ciudadanos.
No es difícil ver por qué los espacios públicos significan tan poco para nuevas generaciones. Finalmente, todo lo que destruyen no es de ellos… no es de nadie…es del Estado, por lo tanto la rabia contra el mismo o cualquier otra injusticia, bien puede manifestarse contra la “propiedad del Estado”.
Bajo este concepto, las palabras como patriotismo, hidalguía, responsabilidad y sacrificio poco efecto tienen, pues es difícil que alguien exprese todas esas cosas sin tener sentido de pertenencia. Es que la anulación de lo público y su reemplazo por “propiedad estatal” terminan por minar conceptos profundos como los mencionados. Cuando el Estado se convierte en un botín, como lo ha demostrado la clase política chilena, cuando la corrupción parece ser justificada, ocultada y no sancionada con tal de obtener ese botín, entonces el mensaje es claro. Lo público no existe sino que es propiedad del Estado y quien maneje ese botín tendrá acceso a sus bondades.
La izquierda elimina el sentido de pertenencia, de “lo nuestro”. Finalmente odia la propiedad privada y elimina la empatía por el propietario por lo tanto puede que a largo plazo elimine los pocos vestigios de patriotismo que quedan.