Michelle Bachelet es escasamente idónea para cualquier cargo público y si lo es para cargo menores, es mucho menos apta para gobernar un país. Esto ha hecho creer a muchos que ella es una simple marioneta de los partidos políticos que la pusieron en el poder, pero se han equivocado en esto último. Si bien la mandataria no tiene ni las ideas correctas ni las estrategias adecuadas, al no poseer las cualidades necesarias para ser la líder del país, aun así ella sabe muy bien lo que está haciendo.
Como personas muy importantes (VIP) de la República Democrática Alemana (RDA), quiere replicar ese modelo en Chile. El problema es que los VIP no viven como el resto del pueblo.
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Transformar a Chile en la RDA no era tarea tan fácil como ella lo imaginaba al principio. Primero había que secuestrar las instituciones y repartir los cargos públicos de acuerdo con los pactos previos que le permitieron llegar por segunda vez al poder. Como ya conoce el sistema y sabe cómo funcionan las cosas (ya fue presidenta entre el 2006 y 2010) ahora podía acortar caminos pues sabe quién es quién en la política y sabría dónde ubicarlos.
Era importante que, como segundo paso, se asegurara que los partidos más cercanos a su corazón, es decir el partido socialista y el comunista, tuvieran una inherencia mayor que otros a menos que dentro de esos otros hubieses líderes con alma comunistoide, tal como es el caso de Guido Girardi, quien parece dirigir bastantes asuntos en el palacio de gobierno siendo el socio controlador del Partido Por la Democracia (PPD).
La cantidad de empleos públicos creados en su segundo mandato es exorbitante (cerca de los 100.000) y son cargos para lo cual se necesita poca o nula experiencia así como se pudo comprobar con el caso de Miriam Olate que fue puesta en Gendarmería con un sueldo astronómico, en un departamento que la institución no necesita y cuya experiencia no justifica.
En tercer lugar, se debe gobernar con plena conciencia de qué asuntos ignorar y qué otros atender. Todo aquello que supone empoderamiento de grupos de interés, distribución de riqueza y ese errado concepto de justicia social en que se le quita a quienes más han aportado al crecimiento del país como un castigo por su éxito, todo eso, sería prioridad. Por eso es que declaró la gratuidad universal para los universitarios financiada, supuestamente, con una reforma tributaria que lograría equiparar esa cancha quitándole al más rico para darle al más pobre. Eso parece que suena bien y los tecnicismos están demás porque ya que ella tiene el mismo concepto del pueblo y el liderazgo que Fidel Castro, cree que la historia la absolverá.
Otros asuntos a ignorar, por parte de la presidenta, que parecerían urgentes son el de la guerrilla y el terrorismo que se estableció con fuerza en su segundo gobierno (porque ya existían grupos extremos pero medianamente controlados).
Bajo su pensamiento izquierdista la unidad territorial es un detalle, nada importante y la lucha de los pueblos indígenas se justifica porque bien o mal, defienden la misma ideología que ella así que no deben ser molestados en sus actividades. Esto responde perfectamente al concepto internacional del socialismo donde las fronteras poco importan mientras estas sean traspasadas con el evangelio de la igualdad. Así que la soberanía territorial de Chile no es tema.
En cuarto lugar está el transformar todas aquellas instituciones secuestradas en instrumentos estatales para impones una justicia parcializada que les permita hundir enemigos políticos. Eso ocurrió y sigue ocurriendo con distintas instituciones, pero llamaré la atención sobre el Servicio de Impuestos Internos (SII) que tiene un nuevo liderazgo, el de Fernando Barraza, amigo personal de la presidenta y en ocasiones, su asesor, lo que permite el legítimo cuestionamiento de la independencia de dicho servicio.
Ella quitó de su puesto al anterior director, Michel Jorrat, quizás porque ya no era tan sumiso a sus directrices, pero ahora con Barraza podría manejar mejor su información confidencial.
Por un tiempo el servicio de impuestos internos se querelló contra los emisores de “boletas falsas” que evadían impuestos y además financiaban campañas políticas. Esto fue constante durante todo el tiempo necesario para hundir a la oposición que cometió estos ilícitos, pero repentinamente y con el nuevo director de la institución, se ordena no proseguir con querellas referentes al caso SOQUIMICH (SQM Sociedad Química y Minera de Chile) que bajo la dirección del exyerno de Augusto Pinochet, financió múltiples campañas y presumiblemente aportó también para la de Bachelet.
En un programa de investigación de la TV abierta, Michele Jorrat, exdirector del SII reconoció presiones para enterrar ciertos casos y obstruir la justicia. Por su puesto estas personas están lejos y bien cuidadas por Bachelet fuera del alcance de la justicia que parece también haber sido secuestrada por el poder. Basta con analizar la composición de poder judicial.
Misión cumplida señora presidenta. Ha usted secuestrado, amordazado y aniquilado la transparencia en el país, ha institucionalizado la corrupción, ha utilizado las instituciones para hundir a su oposición y todo sin mostrar ni un signo de sorpresa.
Ya no le interesa aparentar buen gobierno, ya sabe que estableció nefastas bases, ya sabe que sin importar cuántos gestos haga, su popularidad no será como antes, no le interesa mostrarse como una líder que busca el bienestar por eso emite frases como “no me interesa el crecimiento económico brutal…”porque ya no le importa el juicio que hagan de ella. No necesita aparentar virtud, solo debe salvar su aparataje político y llevarse con ella todo lo que pueda. Sabe que su imagen se hunde pero hundirá al país con ella.
Como los rusos de la Segunda Guerra Mundial que preferían quemar todo tras de sí para no dejarlo al enemigo, así Michelle Bachelet prefiere quemar la justicia, la unidad nacional, la probidad, el decoro y hasta la economía, pero hay que llevarse todo y dejar nada.