Chile está en problemas serios, de eso no hay duda. La población parece adormecida en la indiferencia dejando que minorías organizadas produzcan el mayor barullo y transformen la agenda ajustándola a sus prioridades y haciendo que se legisle para complacer la opinión desinformada.
¿Dónde quedó la técnica? ¿Qué pasó con el saber hacer las cosas? ¿Por qué se ha dejado de lado la responsabilidad legislativa?
El último “gran paso hacia adelante” propuesto por el gobierno y aprobado por el Senado es la elección directa de intendentes, nueve abstenciones, 25 votos a favor y dos en contra.
Suena fantástico como un paso hacia la descentralización la elección de un intendente regional elegido por el pueblo, ya que Chile es un país centralizado aunque desconcentra el poder, pero el proyecto se aprobó sin haber planteado qué es lo que va a hacer ese intendente, cuáles son sus funciones y facultades, con cuántos recursos va a contar etc.
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Junto con esto, se creó la figura del representante presidencial. En el fondo habrá dos intendentes, uno que manda la presidencia y otro que elige el pueblo.
¡Descentralización! Esa es la consigna, pero un análisis honesto del proyecto revelará que el mismo no es más que una caja de mentiras, promesas incumplibles y más gasto para los contribuyentes. Es un paquete electoral que asombra que los mismos que votaron a favor emiten opiniones donde declaran que el proyecto es malo.
Aunque nadie lo diga, están de acuerdo arrojarles un mendrugo a los habitantes de las regiones. Se trata de engañar y cumplir objetivos electorales ya que se aprueba con miras a las elecciones municipales y presidenciales y no para reorganizar la república, porque es un proyecto muy importante, la regionalización bien hecha va a significar un cambio absoluto y completo de la estructura política y administrativa del país, pero tal como está estipulado ahora no es más que una migaja de pan arrojada a los habitantes de regiones para hacerles creer que con esto van a lograr algo.
Para aumentar el engaño, hay algunos que proclaman abiertamente una mentira diciendo que si bien esta figura regional no tendrá ninguna potestad real ni autonomía o autoridad, pero es un primer paso. La pregunta es ¿un paso hacia dónde? ¿Al vacío administrativo? Lo más probable es que terminen las personas hastiadas y obligadas a marchar y tomarse las calles para que se haga lo que se debió hacer desde un inicio en el parlamento.
Con este proyecto los parlamentarios están diciendo “ahora prima la urgencia electoral, cuando salgan a marchar hastiados de la incompetencia del intendente elegido, ahí mejoraremos el proyecto” en vez de hacer un proyecto limpio, pacífico, inteligente y bien armado. Le están diciendo a la población que la forma para que este proyecto llegue a ser completo, habrá que tomarse las calles semana por medio, parar los caminos hasta que exista la presión social necesaria para gestionar los cambios.
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¿Acaso no suena poco inteligente resignar la acción y gestión política a los llamados de la calle? Cuando la labor legislativa consiste precisamente en elaborar leyes que desde un principio sean buenas para evitar dichos movimientos ciudadanos nacidos del hastío. Hacer un proyecto bueno a cabalidad y votarlo con responsabilidad en vez invitar a la gente a salir en masa a forcejear para obtener las cosas.
En primera instancia todo esto hará que la población se sienta “empoderada” con la capacidad de elegir a su autoridad regional, que no tiene poder alguno de gestión y este engaño ya parece arrojar resultados ya que la presidenta aumentó su popularidad por 2 o 3 puntos en las encuestas, porque con todo esto aparece como líder, pero uno se pregunta ¿líder de qué? De un paso hacia ninguna parte.
La pregunta. ¿La elección directa de intendentes realmente ayuda a la descentralización? No Sin un programa serio de descentralización donde quien es elegido tiene autonomía para gestionar, autoridad para gobernar, presupuesto y autodeterminación.
Es increíble, pero el gobierno realmente cree que la democracia se perfecciona multiplicando los procesos electorales. Ahora la mejora en gestión que producirán dichas elecciones no parece importarles ya que el mito fundacional de la izquierda es “el mandato popular” “el llamado del pueblo” y eso sustenta la mala gestión, pero con muchos procesos electorales. Quizás en unos años tengamos que votar por los ascensoristas del palacio de la moneda y ¿para qué? Nada más que para producir un efecto mediático de que el pueblo manda.
En el gobierno anterior de Sebastián Piñera, se propuso un proyecto bastante completo al respecto para traspasar los poderes, funciones, autonomía y presupuesto al intendente que ya había así no fuera elegido por el pueblo y luego se discute la forma de elección, lo cual corresponde y así realmente se prueba el proyecto de manera inteligente y racional, pero claro, este tenía el defecto de venir de la administración Piñera, lo cual para la Nueva Mayoría (coalición de la izquierda gobernante) es ya un pecado capital.
En la votación actual que aprobó el proyecto, no interesaba el camino racional ni la forma correcta de hacer las cosas, sino que solo importaba el rating, subir en las encuestas, mejorar el piso para las elecciones municipales y sobretodo crear un piso para la elección presidencial.
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La presidenta tácitamente ha dicho que la gente no es inteligente al decir que “la historia nos absolverá” como asumiendo que “la gente ahora no entiende nada, son demasiado tontos para entender y haremos que esa falta de inteligencia trabaje para nosotros y le daremos un mendrugo democrático que aparente descentralización y nos permita ser aplaudidos por la gente y nos den su voto”.
Este proyecto no es más que una maraña de mentiras, un insulto a la inteligencia ciudadana.
Sí, Chile está en problemas cuando no se da cuenta que se ha disfrazado el populismo de descentralización, solo queda esperar que la gente entienda los procesos como lo que son, Un fraude.