Hace ya un tiempo que Chile viene viviendo un debate sobre las pensiones con las que se están jubilando quienes llegan al final de su vida laboral. Luis Mesina, líder del movimiento NO+AFP, logró convocar a casi un millón de personas que salieron a protestar y exigir el fin del sistema de administración de fondo de pensiones (AFP). Alegan que es un sistema injusto que produce pensiones miserables que no corresponden ni a un 50 % de los sueldos con los que los pensionados se jubilan. Proponen un sistema estatal de reparto donde el dinero se vaya a un fondo común administrado por el Estado donde el mismo haga aportes sustanciales, siendo el trabajador quien menos recarga sufra y mayor beneficio obtenga.
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Ya hemos visto cómo funcionan los sistemas de reparto en la historia de las naciones, donde los políticos de turno y según su desempeño económico hacen uso de dichos recursos sin miramientos de las consecuencias para los pensionados, generando para las primeras oleadas de jubilados (no para todos, pues depende del ánimo repartidor del Estado) pensiones razonables. Con el tiempo, el Estado agota sus recursos y las pensiones vuelven a ser miserables a menos que se recurra a la deuda para financiarlas. Esa propuesta ya tiene evidencia de fracaso, pero frente a un sistema de capitalización individual, donde la disciplina, la consistencia, la constancia y el esfuerzo de cada trabajador, resultará en su pensión final. Por contraste, algo que implique regalías parece perfecto.
En el actual sistema el trabajador aporta el 10 % de su salario que será administrado por las AFP que se dedicarán a invertir y multiplicar dicha cantidad a la que cada mes se le agrega otro 10 % del salario del trabajador generado entre la inversión y el aporte, un interés compuesto que multiplicará dicho dinero de manera consistente. Dos tercios de lo que el pensionado recibirá corresponderían a rentabilidad obtenida por la AFP y el resto sería el ahorro bruto. Si bien este sistema, dado el aumento de la expectativa de vida, puede ser perfeccionado y recalculado cambiando las variables que producen bajas pensiones, aun así sigue siendo un sistema eficiente y efectivo y representa un tremendo ahorro para el Estado. Sin embargo, en la última encuesta Cadem Plaza Pública, sobre el 60 % de los chilenos mostraba un alto nivel de desinformación sobre el sistema y cómo funciona. Esto explica muchas razones por las cuales las personas están tan llanas a protestar. La falta de auto crítica y la desinformación son caldos de cultivo para el populismo.
En torno a la información de la cual disponen los ciudadanos, hemos podido conocer la fuente que propaga el descontento y la satanización de un sistema que perfectible, sigue siendo infinitamente mejor que otorgarle al Estado y a los políticos potestad sobre nuestros dineros en un reparto en que ellos son los más beneficiados. Una clase política que ha demostrado no tener la integridad para administrar dinero ajeno.
Las demandas por los derechos sociales fueron sembradas por la Nueva Mayoría durante el primer gobierno de Michelle Bachelet, luego intensificadas por el mismo grupo político con intención de sabotear el gobierno de Sebastián Piñera y hoy por hoy parecen estar sufriendo las consecuencias de su propio discurso, pero propongo que lejos de creer que la Nueva Mayoría está derrotada, sólo busca la causa correcta que los pueda eternizar en el poder.
Esta semana se reveló que la ONG detrás del movimiento NO+AFP recibió más de 130 millones de pesos chilenos (US$ 200.000 aproximadamente) para hacer “educación previsional”. El vicepresidente de la fundación que hace campaña ridiculizando al sistema de AFP es el economista consultor de la Nueva Mayoría (coalición izquierdista gobernante) Manuel Riesco, quien también fuera un exdirector de AFP pero que por su falta de pericia técnica fracasó como tal y ahora tilda a las AFP de “canallada”. Él rechaza las propuestas recientes de la presidenta Bachelet donde propone aumentar la cotización a un 5 % cargado al empleador, yendo este mismo porcentaje directo a un fondo común llamado pilar solidario. La propuesta de Riesco es volver a un sistema de reparto y pide expropiar todos los fondos acumulados en las AFP.
Para este tipo de campaña, el partido comunista en la persona de su subsecretaria Julia Urquieta asignó el millonario recurso que proviene del Estado.
Esto nos hace pensar en que si bien las reformas propuestas por la presidenta conservan el sistema actual y afirman que un sistema de reparto es inviable, desean a largo plazo establecer otra causa popular de la cual aferrarse para unas futuras elecciones, al fin y al cabo ese 5 % propuesto que supuestamente paga el empleador, pero todos quienes algo de economía saben, admiten que es un impuesto al trabajo y que terminará saliendo del empleado y podría costar empleos, sigue siendo parte de un sistema de reparto.
Esta vez la fórmula parece resultar porque el gobierno está por los suelos en las encuestas y el apoyo popular se ha desvanecido, pero frente a una causa como esta y quedando solo un año y medio para las elecciones, hay que jugar todas las cartas y la eliminación de las AFP, si bien parece no ser la medida a tomar ahora, sí puede ser una bandera de campaña muy rentable sobre todo para la izquierda, ya que saben que los sectores más liberales no pueden endosar tal disparate, por ser populista y por ser inviable económicamente a menos que la intención sea quebrar al país.
Ya les resultó en la elección pasada con la oferta de educación gratuita y de calidad. Gratuidad no se ha cumplido y a buena hora, pues eso también ha significado muchos desaciertos como una reforma tributaria que recaude el dinero para la educación y eso congela la inversión, pero de calidad… CERO. Sin embargo, fue un slogan muy rentable a la hora de hacer campaña y es uno al cual la oposición no se puede adherir aunque sea muy popular, porque no es racional ni viable. Bueno, la eliminación del sistema de pensiones cumplirá la misma función electoral y por eso fue descaradamente financiado.
Da igual que las encuestas arrastren el nombre de la presidenta. Bastará con cambiar el candidato a otro con aires de mesías, darle un discurso populista ya armado con todo el movimiento NO+AFP y el pueblo no recordará el desastre de gobierno que ha habido hasta ahora sino que verá que la izquierda se solidariza con el eslogan de turno y la oposición. La razón y la técnica no importarán, no es necesario, lo importante es llegar al poder como sea, ya que el Estado es la fuente laboral de miles que sin él no podrían subsistir en el mundo privado pues ello requiere esfuerzo y preparación.
No es sorpresa entonces que tras bambalinas, la izquierda financie con dinero estatal el descontento ciudadano. Eso es garantía de poder ilimitado mientras los candidatos de la Nueva Mayoría se ciñan al discurso popular. Es por eso que a los líderes del movimiento no les interesa conversar sobre las posibles soluciones y reformas pertinentes al sistema sino que quieren su eliminación total, y han sido financiados para reproducir ese pensamiento. Primero está el poder y luego se intentará hacer gestión. Este ha sido sin duda, un excelente movimiento político, que les permite desligarse de la impopular figura de la presidenta para presentar alguien que sí concuerde con las demandas de la calle.
El eslogan ya está instalado, sólo nos falta conocer la cara del mesías.