La nueva cepa del COVID-19 detectada en las islas británicas genera múltiples inquietudes. Ante la ausencia de respuestas, y para proteger a sus poblaciones, hasta el momento cerca de 30 países han decidido aislar al Reino Unido.
Tres aspectos del nuevo virus son particularmente preocupantes. Primero, el hecho de que la nueva cepa reemplaza con mayor rapidez a otras versiones del virus. Segundo, que la misma presenta mutaciones que aparentemente afectan a una parte importante del virus. Tercero y último, que esas mutaciones ya demostraron en el laboratorio un aumento de su capacidad de infectar células.
Está mutación fue detectada por primera vez en septiembre, y según las declaraciones del primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, la variante puede llegar a ser 70 % más transmisible.
Ese diferencial de contagio a que se refiere Johnson procede de una presentación brindada por el doctor Erik Volz, del Imperial College London. En esa oportunidad, Volz expresó. “Es demasiado pronto para decirlo, pero por lo que se ve hasta ahora está creciendo muy rápido. Está creciendo más rápido de lo que creció (la variante anterior) y es importante estar atentos”.
Prevención o pánico
Sin embargo, no es la primera vez que el virus presenta una mutación, por lo que, si bien la noticia genera alarma y medidas de prevención, no es motivo para entrar en pánico.
Recordemos que la primera vez que se detectó el virus fue en Wuhan, China. Desde ese momento se han detectado 3 mutaciones, incluida la del Reino Unido. La primera mutación, que se conoce como D614G, surgió en Europa y es la versión dominante del virus. La segunda, que se identifica como A222V, se extendió también por Europa, particularmente vinculada a las vacaciones de verano en España.
Respecto de la tercera mutación, todavía hay más preguntas que respuestas. Por eso el mundo ha decidido bloquear en forma preventiva al Reino Unido. Por ahora, lo único que se sabe es que está nueva variante, que ha recibido el nombre de N501Y, tiene 17 alteraciones potencialmente importantes, entre ellas el “domino de unión al receptor”.
Muchas personas se ha preguntado el origen del nuevo virus, pero los expertos no tienen una respuesta concreta. Una conjetura es que la variante del COVID haya surgido en un paciente con un sistema inmunológico debilitado, y esa debilidad haya ocasionado que su cuerpo, en vez de derrotar al invasor, se convirtiera en un caldo de cultivo que le permitió al virus cambiar. No obstante, ese cambió no hace que el virus sea más mortal. O por lo menos no se cuenta aún con evidencia que así lo sugiera.
Pero la cuestión es que, con solo aumentar la velocidad de trasmisión, es más que suficiente para que los centros médicos puedan experimentar problemas en sus tasas de ocupación.
De todas maneras, a pesar de los peligros que representa la nueva variante, lo cierto es que las vacunas ya desarrolladas servirán para contrarrestarla, al menos por ahora. Lo único preocupante es que si surgen demasiadas mutaciones, la vacuna podría perder su actual nivel de eficacia.
Vale la pena resaltar que todo lo que se sabe sobre esta nueva cepa ha sido producto de los esfuerzos propios de los distintos países. La Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha planteado aún una estrategia coordinada. Lo que ha dicho hasta el momento la OMS es que no hay evidencias de que esta variante del virus cause una infección más grave o afecte a la eficacia de las vacunas. También aclaró que la nueva cepa identificada en Reino Unido es distinta a la detectada en Sudáfrica. Es decir, estaría hablándose de una cuarta cepa.
El mundo ante la mutación
Son precisamente esas dudas las que generan una gran incertidumbre en el resto del mundo. Y como ningún gobierno quiere lidiar con una crisis adicional producto de la nueva cepa, es que muchos han decidido aislar al Reino Unido.
El bloqueo, que por supuesto es de carácter temporal, apunta a prohibir los vuelos desde y hacia el Reino Unido con la intención de contener la nueva cepa.
En América Latina, varios países ya tomaron esas medidas. Hasta el momento, Argentina, Chile, El Salvador, Perú y Colombia han decidido cerrar sus aeropuertos a los vuelos desde y hacia el Reino Unido.
En Europa han aplicado esta medida Francia, Alemania, Italia, Dinamarca, Países Bajos, Irlanda, Austria, Portugal, Suecia, Croacia, Bélgica, Bulgaria, Noruega, Turquía y Suiza. Francia fue un poco más allá y cerró todas sus fronteras con el Reino Unido. Como consecuencia, se suspendió el funcionamiento del eurotúnel y el transito de camiones y pasajeros que usan el ferry en el puerto inglés de Dover.
Otros países que han cerrados sus aeropuertos a los vuelos desde y hacia el Reino Unido son Israel, Irán, Marruecos, Kuwait, Rusia, Hong Kong y Arabia Saudita.
La Unión Europea y las peticiones de España
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, convocó a una reunión de urgencia el domingo para tratar el tema. A través de una videoconferencia de la que participaron representantes de 27 países de la Unión Europea se buscó un mecanismo para coordinar la reacción ante la mutación del virus.
En esa reunión no se logró una respuesta unificada. Pero sí se consiguió intercambiar información sobre las medidas que va a adoptar cada país respecto al Reino Unido, esto es, la prohibición de vuelos o la obligación de presentar PCR negativo.
Se espera que hoy lunes el Consejo Europeo se vuelva a reunir para definir una estrategia unificada. El gobierno socialista de España ha sido uno de los grandes impulsores de esta estrategia de coordinación. Con esto trataría no solo de detener el virus sino también las críticas por los desaciertos en el manejo de la pandemia.