Los gobiernos de Hungría y Polonia bloquearon el presupuesto conjunto de la Unión Europea (UE) de los próximos siete años. Estos estados votaron en contra de la partida presupuestal durante la ronda de embajadores de la UE.
Los representantes de los gobiernos nacionalistas de derecha en Varsovia y Budapest vetaron partes del paquete presupuestario de alrededor de 1,1 billones de euros y del paquete adicional de reconstrucción por valor de 750 000 millones para contrarrestar los estragos del coronavirus.
“Hay tanto dinero en juego, que tantos países de la Unión Europea necesitan y esperan, que no solo necesitamos una solución, sino que la necesitamos rápidamente, expresó el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas.
El origen de la crisis
Estos países vetaron la adopción del presupuesto, porque dicha ley incluye una cláusula que condiciona el acceso al dinero al cumplimiento del Estado de derecho.
Budapest y Varsovia están en contra de vincular el dinero de la UE a esa condición, pues Bruselas tiene bajo la lupa a ambos países por minar la independencia de los tribunales, los medios y de las ONG.
De aprobar la cláusula bajo controversia, ambos países corren el riesgo de perder el acceso al dinero. Sin embargo, países como Países Bajos y miembros del Parlamento Europeo, quieren un vínculo aún más fuerte y se niegan a aprobar el presupuesto sin dicha cláusula.
En jaque el gobierno socialista de España
Esta partida, dotada con 750 000 millones de euros entre subsidios y préstamos, resulta clave para estados socialistas como España, porque obtendrían 140 000 millones de euros de esta.
El gobierno de España durante los últimos años ha tenido tasas de desempleo cercanas el 20%, su productividad ha caído y su déficit fiscal ha aumentado. Los españoles sufren las ineficiencias inherentes a los estados socialistas, pero el gobierno ha logrado mantenerse a flote gracias a los auxilios otorgados por la UE.
De mantenerse la decisión en cuestión, el gobierno de España tendría que buscar una solución alternativa para solucionar sus crisis, porque la Unión Europea no podría pagar los desastres económicos del gobierno socialista.
Una luz para los ciudadanos
Inicialmente los políticos de Europa se cuestionan por la imposibilidad de repartir recursos para afrontar la pandemia. La cuestión radica en que dichos recursos solo pueden salir de dos formas: expansión de la oferta monetaria o endeudamiento.
En el primer caso, los ciudadanos se verían expuestos a una depreciación de la moneda. En el segundo, si bien tendrán un alivio en el corto plazo, en el largo serán masacrados a través de impuestos para tratar de cubrir esos préstamos.
Los Estados no pueden otorgar nada que no hayan quitado a sus ciudadanos de forma previa o, al menos, esperen quitar. Por lo que las “ayudas de hoy” son los impuestos del mañana.
Otro riesgo que tiene el otorgamiento de subsidios es que se prolonguen el tiempo las ineficiencias de empresas que, en condiciones normales no deberían operar. Esto hace que los recursos se desperdicien sin doliente concreto, pues dichas perdidas son asumidas por el resto de la sociedad.
De no aprobar ese recurso, los que lograrían Polonia y Hungría es salvar a los europeos de más impuestos y más ineficiencias. Sin contar que ayudarían a poner en jaque al gobierno socialista de España.