EnglishPara Lindsey Graham, senador estadounidense del Partido Republicano, ser un candidato presidencial competente tiene poco que ver con adaptar las estrategias a la realidad.
Para la mentalidad proguerra de tanto conservadores como progresistas en EE.UU., abogar por una solución diplomática es señal de debilidad. Prueba de eso es la afirmación de Graham, de que la cobardía del Gobierno de Obama motivó la adopción de una estrategia ante Irán a la que incluso la Demócrata Hillary Clinton se hubiera negado.
Pero cuando se le preguntó quién dentro del Partido Republicano estaría dispuesto a hacer un mejor trabajo, el senador por Carolina del Sur argumentó que cualquier aspirante presidencial conservador estaría a la altura, salvo el senador Rand Paul, de Kentucky.
El enfoque de Graham acerca de la política exterior es simple: cuando no se infunde miedo, no hay respeto. Pero el hecho de que sea simple no lo hace correcto.
Para el senador, el acuerdo logrado por Obama con Irán sobre la no proliferación nuclear es malo, porque “los iraníes… no temen ni respetan [a Obama], y nuestros aliados en la región no confían en el Presidente”. Además cree que Rand Paul es débil, y que si tuviera la oportunidad no haría un mejor trabajo: “El mejor acuerdo vendría con un nuevo presidente. Hillary Clinton haría un mejor trabajo. Creo que cualquiera de nuestro lado sería mejor. excepto, tal vez, Rand Paul”.
Si bien la retórica aterrorizante de Graham suena similar a lo que muchos legisladores conservadores en Washington han estado repitiendo durante las negociaciones con Irán, esta sensibilidad beligerante no siempre estuvo presente. En el pasado, los Republicanos defendían causas que hoy se asocian a los Demócratas; incluso apoyaron y ganaron elecciones prometiendo soluciones diplomáticas y paz.
Al calificar de débil a Rand Paul, Graham deshonra la memoria de los Republicanos que toda su vida han trabajado por la paz, tanto durante como después de sus cargos públicos. ¿Pero acaso el senador y sus simpatizantes saben cómo era el movimiento conservador antiguamente? ¿Y están dispuestos a aceptar la realidad y entender que su postura es en realidad una anti-Republicana?
Nos lo advirtieron los viejos Republicanos
El presidente Eisenhower (1953-1961) comprendió el poder del complejo militar-industrial. Nos advirtió acerca de los peligros de dejar que este grupo asumiera el control y trató de hacernos ver el alcance de su influencia. En lugar de escuchar, muchos ignoraron las advertencias.
En un reportaje especial en la edición de la revista Look de marzo de 1953, el juez de la Corte Suprema y defensor de la Primera Enmienda William O. Douglas y el conservador General del Ejército Omar Bradley respondieron a la pregunta “¿deberíamos temer a los militares?” Sus artículos destacan la importancia de mantener la influencia militar bajo control. Para Douglas, los estadounidenses de su tiempo eran víctimas de la mentalidad militarista.
Nosotros sí ocasionamos un perjuicio a los militares al encomendarles tareas de civiles, al colocar sobre sus hombros las cargas de la paz. Muchos de ellos son los primeros en reconocer que ya sea por su entrenamiento o experiencia no están por lo general calificados para manejar los problemas complejos de las crisis mundiales.…
West Point y Annapolis proveen un buen entrenamiento técnico. Sin embargo, se trata de una educación especializada para uno los llamados más especializados: la matanza de hombres, la destrucción de ciudades, la persecución del enemigo.
El general Republicano concordaba. Para Bradley, los requisitos de las fuerzas armadas ocasionaban efectos indeseados. En lugar de educar a hombres y mujeres para buscar soluciones pacíficas, la influencia militar los impulsaba a buscar otras soluciones.
Es ciertamente sensato mirar la influencia creciente de nuestros oficiales militares en las políticas públicas que dan forma a nuestra nación y su lugar en el mundo.…
Jóvenes hombres y mujeres, al cumplir su obligación ciudadana de defender a la nación, se ven sujetos a esta “influencia militar” durante al mayor parte de sus años formativos. ¿Significa esto que nuestros principios democráticos están amenazados por una influencia dictatorial entre nuestros jovénes?
Para el escritor y analista político conservador Pat Buchanan, la influencia militar ha influenciado la forma de pensar de Estados Unidos y ha creado problemas antes inexistentes. Sus advertencias son similares a las del general Bradley y del juez Douglas, y su versión del conservadurismo está tan arraigada en la política Republicana como la de Eisenhower. Pero no está solo en esta forma de pensar.
Bruce Fein, el funcionario más alto del Departamento de Justicia durante la presidencia de Ronald Reagan, ha escrito bastante al respecto. Desde hace años, alerta sobre los peligros de recurrir a la fuerza militar cada vez con mayor frecuencia; y coherentemente insta a sus lectores a reavivar la verdadera posición Republicana mediante el apoyo de una política exterior más realista.
Según la lógica de Graham, el propio Reagan debería ser considerado “débil”, ya que se abstuvo de mandar tropas luego de la terrible operación de fuerzas de paz en el Líbano en 1984.
Cuando Graham dice que sus colegas que esperan conseguir la candidatura presidencial del Partido Republicano son mejores en lidiar con Irán que Paul, en realidad está negando lo que los afiliados históricamente han defendido.
La respuesta original de los conservadores a un conflicto es el pragmatismo, no la actuación insensata.
Solo los progresistas que aspiran a dominar a comunidades enteras dictando cómo estas deben vivir desearían estar a cargo de lo que hacen otros países. Los verdaderos conservadores son cautelosos en su actuar, porque entienden que la acción individual es impredecible, y que los asuntos nunca son blancos o negros.