EnglishLos creyentes en teorías conspirativas estarán en desacuerdo, pero las variadas ramificaciones destructivas que implican una presencia excesiva del Gobierno, frecuentemente no son intencionadas.
Desde los años 70, por ejemplo, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha jugado con la idea de que una bacteria resistente a los antibióticos —”superbacterias“— podría desarrollarse como consecuencia de su mayor exposición a los mismos medicamentos. Aunque la evaluación del problema fue correcta, las soluciones promovidas no lo han sido.
¿Seguridad alimenticia?
Ya desde comienzos del siglo XX, los funcionarios del Gobierno federal han insistido que las condiciones de salubridad de la carne sean supervisadas por los reguladores de la FDA. Con el paso del tiempo, el régimen se ha expandido con mayor rigurosidad —la más reciente con la Ley de Modernización de la Seguridad Alimenticia de 2011— y se ha creado un ambiente hostil para los desafíos que deben enfrentar los productores avícolas y de carne, así como también para las necesidades de los consumidores.
Más allá de los objetivos definidos por la legislación, el enfoque de una “solución única para todos” de Washington, D.C. eventualmente causó un auge en el uso de alimentos que contienen antibióticos, lo que incrementa la aparición de superbacterias.
Por el lado de la producción de medicamentos y antibióticos, las directrices de la FDA eventualmente se convirtieron en normas oficiales, y con ello se generó un ambiente adverso a la innovación y la variedad —un problema mucho más grande que las superbacterias. Los inalcanzables requisitos de calidad ahora sofocan a los fabricantes de medicamentos innovadores y privilegian a un puñado de compañías cuyos antibióticos han sido utilizados en las granjas de animales por más de una década.
Al escoger ganadores y perdedores, la FDA ha reducido el número de procesos disponibles para los alimentos para animales y creó el hábitat perfecto para la propagación de las llamadas superbacterias. Esta práctica hace que nuestra comida sea menos segura, y hay un solo responsable de ello: una agencia del Gobierno que pretende hacer lo contrario.
Efectos indeseados del lobby
Los grupos de interés han descubierto una oportunidad única para presionar a la FDA para que actúe aún más sobre este asunto. Tanto los “defensores” de consumidores como los ambientalistas recibieron una respuesta a sus plegarias cuando a finales de 2013 los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) publicaron un informe asegurando que las bacterias resistentes a los antibióticos se estaban propagando rápidamente.
De acuerdo con el estudio, el problema es sencillo: 80% de los antibióticos prescriptos a pacientes estadounidenses también son utilizados para consumo animal. Cuantas más bacterias están expuestas a los mismos antibióticos, más resistentes se vuelven.
Una de las obvias consecuencias de este cambio de políticas fue el aumento de la presión sobre las granjas más pequeñas que ahora necesitan aún más dinero para cumplir con las nuevas regulaciones.
Bajo la presión de grupos de intereses creados, la FDA decidió dejar de promocionar la utilización de medicamentos y, en cambio, propone directamente la reducción progresiva del uso de antibióticos en el ganado para eliminarlo por completo. Con las nuevas normas, presentadas en 2013, los fabricantes de medicamentos están obligados a cambiar sus etiquetas y prospectos, y los granjeros deben solicitar a los veterinarios la autorización para utilizar ciertos antibióticos —un freno a las ventas sin prescripción.
Estos cambios favorecieron a los gigantes agrícolas que aprovechan la economía de escala y terminaron por perjudicar a los competidores más pequeños. Sin embargo, las organizaciones de “defensa” de los consumidores denunciaron que la FDA no impone regulaciones suficientemente severas a la industria sobre los medicamentos.
Una de las obvias consecuencias de este cambio de políticas fue el aumento de la presión sobre las granjas más pequeñas que ahora necesitan aún más dinero para cumplir con las nuevas regulaciones. Estas granjas ya han estado sufriendo bajo las reglas anteriores, y una presión ulterior podría condenarlas a la quiebra.
Un gran participante, aunque muchas veces ignorado, en el nexo entre la agricultura y la medicina son los pequeños productores innovadores e investigadores farmacéuticos. A esta altura, solo las grandes compañías de medicamentos tienen los medios para saltear las regulaciones a través de las lagunas legales creadas por la FDA. Inevitablemente, los consumidores son los que pagan el precio y enfrentan los riesgos para la salud que representan los mercados menos competitivos.
Confundiendo causa y efecto
Aunque el uso de antibióticos nos ha ayudado a controlar una serie de infecciones que alguna vez fueron mortales, sin la FDA estos medicamentos podrían ser aún más beneficiosos. En el caso de las superbacterias, la CDC sostiene que en la actualidad estas dan muerte a 23.000 consumidores estadounidenses por año. Quizás sin darse cuenta de lo que esto implica, han asociado estas muertes con los granjeros, quienes temiendo a las sanciones de la FDA, simplemente seguían las directrices de seguridad aprobadas por la agencia.
En otras palabras, siguiendo las directrices de la FDA —impuestas desde arriba— los granjeros contribuyeron a la proliferación de superbacterias: un problema que la FDA estuvo y está tratando de combatir. Mientras tanto, los defensores de los consumidores continúan equivocados y apuntan contra los granjeros y los fabricantes de medicamentos y le dejan servida en bandeja a la FDA la oportunidad para expandir alegremente su poder.
Existen amenazas verdaderas para la salud de las consumidor. La BBC informó que para el año 2050 es probable que las superbacterias maten a más personas de las que mueren por cáncer en la actualidad. Sin embargo, las tácticas alarmistas utilizadas por los grupos de intereses son de dudosa solidez, y mientras alientan un mayor poder para la FDA, el sector privado tiene menor capacidad de encontrar soluciones reales a los problemas, así exponiéndonos a todos a un entorno menos seguro.
Si el objetivo es ofrecerle a los consumidores estándares más altos de salubridad en productos cárnicos, el abordaje correcto para los legisladores —a instancias de electores informados— es restringir la autoridad de la FDA.