EnglishDesde principios de la década de los 90, cuando los aliados estadounidenses en Colombia persiguieron y asesinaron a Pablo Escobar, el imperio del narcotráfico colombiano se ha venido abajo.
Debido al alza en la demanda de drogas ilícitas en Estados Unidos, los cárteles mexicanos prosperaron. Por muchos años, el tráfico de estupefacientes fue bien rentable. Los cárteles mexicanos fueron los proveedores principales de drogas ilícitas de Estados Unidos entre la década de los 90 hasta principios de 2000, haciéndose cargo del 90% del comercio de la cocaína en Norteamérica para el año 2007. Pero el ejército mexicano empezó a interferir en las operaciones locales.
En el año 2006, el gobierno mexicano puso en marcha una operación para desmantelar los cárteles de la droga con el propósito de reducir la violencia. Debido a que el narcotráfico no está reconocido ni despenalizado por la ley federal mexicana ni la estadounidense, los cárteles forman monopolios regionales de la producción, como en el caso de la cocaína. Entre los intereses principales de estos grupos está el sustentar la prohibición de las drogas, aplicada selectivamente, y asegurarse de el flujo de estupefacientes que ingresan a Estados Unidos permanezca bajo su control.
Fue la presión más pesada de tipo militar por parte de México lo que empujó a estas organizaciones a huir al sur. Muchos sintieron la necesidad de cruzar la frontera a Guatemala, donde su considerable influencia financiera los ayudaría a mantener el control.
Los cárteles de la droga involucrados en el tráfico infantil
Para el año 2009, algunas de las organizaciones traficantes de drogas más poderosas habían expandido sus operaciones al sur, o simplemente se habían mudado a Guatemala. En muchos casos, estos poderosos cárteles de la droga mantienen el control mediante lazos con gobiernos corruptos, mientras someten a los habitantes locales a través de la violencia.
Mucho de lo que los cárteles hacen en regiones que están bajo su control, como en Guatemala, Honduras y México, no es reportado por la prensa local por miedo a represalias.
Los Zetas, uno de los cárteles más poderosos y brutales, operan en Guatemala, cerca de la frontera con México, y han convertido a Alta Verapaz en una provincia especialmente violenta. Según el exvicepresidente de Costa Rica, Kevin Casas-Zamora, Los Zetas rodearon la región y bloquearon el acceso a la provincia. Para 2010, el presidente guatemalteco Álvaro Colom alegaba que la provincia había sido tomada por el grupo.
La presencia de los cárteles en Guatemala y México es peligrosa especialmente para los niños, quienes son reclutados como soldados, o simplemente se hallan en medio del fuego cruzado de estas organizaciones.
Viendo la oportunidad de expandir sus tentáculos a lo que ellos consideran el mercado ilícito más rentable en América Central, después del contrabando de narcóticos, los carteles decidieron también encargarse del tráfico infantil en la frontera con Estados Unidos. En muchos casos, los traficantes simplemente abandonan a los niños a su suerte luego de cobrar el dinero.
Los padres o familiares que pagan a un “coyote” para que lleve a sus niños a Estados Unidos no tienen ninguna forma de recurrir ante un servicio no prestado. Si los menores no logran cruzar la frontera, no hay autoridad a quien acudir para encontrar a sus niños perdidos.
El tráfico ilegal de menores, al igual que el tráfico ilegal de drogas, pone la vida de todos los involucrados en alto riesgo.
Niños obligados a permanecer ocultos
Los niños provenientes de Guatemala, El Salvador, y México representan el 98% de los miles de niños no acompañados que cruzaron la frontera de Estados Unidos durante los primeros seis meses del año 2012.
Ya sea solos o traídos por contrabandistas, estos niños toman las rutas más largas para llegar a territorio estadounidense, para no ser atrapados por agentes de la patrulla fronteriza u otras autoridades en el camino. Esto hace que el viaje se convierta en una experiencia ardua, y a veces inútil.
Según Juanita Molina, directora ejecutiva de los grupos humanitarios Red de Acción Fronteriza y Fronteras Humanas con sede en Arizona, estamos forzando a los niños a “permanecer ocultos”.
La criminalización de las drogas alimenta y mantiene a los poderosos cárteles en control del mercado ilícito de drogas en Estados Unidos. Al combinar esto con la criminalización de seres humanos que intentan huir de sus países natales asediados por la violencia, tiene como resultado políticas que ponen a mucho niños en peligro innecesariamente.
El aumento del número de niños que cruzan la frontera ilegalmente es en sí uno de los efectos más brutales de la prohibición de las drogas. Esto no es sólo un problema para los niños centroamericanos porque las drogas son ilegales en sus países de origen. En realidad, la guerra contra las drogas de Estados Unidos ha contribuido a que la producción y la distribución de muchos narcóticos quede en la penumbra, más allá de sus fronteras.
Hasta el día de hoy el gobierno federal estadounidense no es capaz de admitir que sus leyes contra las drogas están afectando desproporcionadamente a a las minorías. Así como también los funcionarios estadounidenses no son capaces de admitir que la crisis humanitaria en la frontera es también una consecuencia de sus políticas prohibicionistas.
Mientras se insista en estas políticas, los nocivos efectos indeseados se convertirán en la norma en lugar de la excepción.
La raíz del problema
Reconocer la raíz de todo este problema podría facilitar el trabajo a futuras administraciones que deberían ser capaces de tratar este asunto de una manera más eficiente.
Una comprensión del papel que Estados Unidos desempeña en la demanda del tráfico ilícito de drogas podría ayudar a futuros líderes a promover políticas más orientadas a la libertad que al prohibicionismo. Eso efectivamente arrojaría luz sobre el problema, y pondría fin a los resultados irracionales y desproporcionados de la guerra contra las drogas.