EnglishLa ecuatoriana Joselin Nohemí Álvarez Quillay, de tan solo 12 años de edad, fue encontrada muerta el 11 de marzo en el albergue “La Esperanza”, ubicado en Ciudad Juárez, México. Aparentemente la niña se suicidó en el baño del albergue, en donde estuvo viviendo desde que las autoridades del país la encontraron en manos de Domingo Fermas Uves, señalado como el presunto “coyote” (traficante de personas) que intentaba llevarla a Estados Unidos. Nohemí trataba de llegar a Nueva York para reencontrarse con sus padres, que emigraron de Ecuador hace 10 años y la dejaron al cuidado de sus abuelos.

Todavía hay algunas dudas alrededor del caso. Por ejemplo, la autoridades mexicanas dejaron en libertad a Fermas Uves por supuestamente no haber elementos suficientes para acusarlo del delito de tráfico de personas; por otro lado, la identificación de la niña fue problemática: primero se dijo que era mexicana y que tenía 8 años de edad, y luego que era ecuatoriana y que tenía 12 años. Además, Nohemí no realizó ninguna llamada a sus familiares durante su estadía en el albergue, por lo que sus padres no se enteraron de su muerte sino hasta 8 días después de que ocurrió. Todo esto cuestiona gravemente el proceso judicial y de custodia de la niña en México, país que no deja de ser noticia por su alto nivel de violencia, tráfico de personas y de drogas.
El gobierno ecuatoriano ha solicitado a México el esclarecimiento de los hechos a fin de que se determinen las responsabilidades de los funcionarios que estaban a cargo de la custodia de la menor y del proceso en contra de Fermas Uves. Hasta el Presidente Rafael Correa se pronunció sobre el tema, y aseguró que no permitirá que la muerte de Nohemí quede impune. El juez que lleva el caso en Ecuador ordenó la prisión de dos individuos no identificados, un ecuatoriano y un guatemalteco, sospechosos de pertenecer a una presunta red internacional de tráfico ilegal de personas. Por su parte, en México se realizan investigaciones a los funcionarios que intervinieron cuando fue encontrada la niña con Fermas Uves camino a Estados Unidos.
La familia en peligro
La muerte de Nohemí es estremecedora, y obliga a preguntarnos sobre las condiciones que tuvo que soportar en su trayecto desde Ecuador y en el albergue en México. Si bien los gobiernos de los países involucrados en el tráfico de personas tienen la obligación de erradicar estas actividades delictivas, también es su responsabilidad asegurarse de que las personas que son encontradas en manos de los traficantes sean tratadas con dignidad y reciban el cuidado que merecen, más aun cuando son menores de edad, que por definición son especialmente vulnerables en estas situaciones.
En casos como este es importante entender a cabalidad el contexto del problema antes de criticar a los padres de la menor: es necesario tener en cuenta la desesperación que abruma a miles de personas que intentan cumplir el sueño de volver a ver a su familia. Y es que la migración, especialmente cuando ocurre bajo circunstancias de pobreza, poco a poco va quebrantando el vínculo familiar, hasta el punto que crea nuevos tipos de familia en donde los abuelos, tíos y hasta vecinos se convierten en los padres de los niños que se quedan en los países de origen, una vez que los verdaderos padres parten con la esperanza de poder proveerles un mejor futuro económico.
Todo esto trae la inevitable consecuencia de que una de las características fundamentales de la cultura latinoamericana, como es la fuerte unión familiar, se ha ido debilitando, resultando en una gran cantidad de niños y jóvenes que a pesar de ver una mejora económica en sus vidas, ya no ven a la familia tradicional como la base de su formación. ¿Cuál será entonces el núcleo de la sociedad que prevalecerá como resultado de este tipo de migración?
Para resolver este tipo de problemas se requieren políticas económicas que permitan que las personas encuentren mejores oportunidades de trabajo en sus propios países. También sería sumamente beneficioso tomar medidas que incrementasen radicalmente la libertad económica y de movimiento de las personas, como la apertura de fronteras. Lamentablemente, estas opciones son hoy en día una utopía, sobre todo porque todavía no se aprecia suficientemente el lado positivo de la inmigración, sobre todo en cuanto a su aporte al crecimiento económico y a la competitividad de los mercados laborales.