EnglishTras los resultados de las elecciones seccionales en el Ecuador, Correa anunció el pasado sábado durante su programa de radio y televisión enlace ciudadano (Nº 363) que revisará su decisión de postularse para una reelección en el año 2017 — año en el que vencería su tercer período presidencial. Según Correa, es su obligación reconsiderar su decisión para que el proceso de la Revolución Ciudadana sea irreversible. De conseguir una reelección, Correa — quien ha estado en el poder desde el enero del 2007 — estaría 14 años ocupando el cargo de Presidente del Ecuador.
Irónicamente, hace poco más de un mes el mismo Correa indicó en una entrevista al diario público El Telégrafo que no estaba dentro de sus planes continuar en la Presidencia luego de finalizar este período; al contrario, continuar en la presidencia implicaría para el país un “gran daño que una persona sea tan indispensable”.
Pero no es la primera vez que Correa cambia de opinión repentinamente. Por más de una ocasión ha amenazado con renunciar a su cargo, y ahora su nueva “amenaza” es la reelección.
De acuerdo con el artículo 144 de la Constitución de la República del Ecuador, el período presidencial es de 4 años, y sólo puede existir una reelección. Por lo tanto, para que Correa pueda presentar su candidatura sería necesaria una reforma constitucional.
El procedimiento para reformar la Constitución le resultaría relativamente simple. Existen dos caminos: la enmienda o la reforma Constitucional, establecidos en los artículos 441 y 442, respectivamente. En cualquiera de los dos casos, es facultad del Presidente, de la ciudadanía o de un número de asambleístas proponer la modificación de la Constitución. El partido de Correa, Alianza País, constituye la mayoría en la Asamblea Nacional; por lo tanto todas sus iniciativas serían fácilmente aprobadas.
Recordando a Venezuela
La inestabilidad de este tipo de decisiones de Correa, más allá de sorprendernos, nos trae a la memoria el referéndum del año 2009 ocurrido en Venezuela, a través del cual se aprobó la reelección indefinida de los cargos de elección popular.
El partido Socialista Unido de Venezuela vendió la idea como una oportunidad para ampliar los derechos políticos de los venezolanos de poder reelegir a quienes se han destacado por su buen trabajo. De esta manera, la población aprobó la reelección indefinida; y gracias a este cambio de reglas, Chávez pudo reelegirse por tercera vez en el 2012. Sin embargo, eran claras las intenciones del oficialismo para convertirlo en un presidente vitalicio y manipular así el poder y la democracia.
Colum McCann dijo: “Las mentiras repetidas se convierten en historia, pero no necesariamente se convierten en verdad”. La mayoría de los venezolanos aceptó la reelección indefinida, muchos por fidelidad al chavismo y otros convencidos de las buenas intenciones de la propuesta. Quizás lo mismo podría ocurrir en el Ecuador, pues todo indica que el oficialismo — al igual que el venezolano en aquella época — también encontró ya su pretexto para la reelección: la continuidad del proyecto.
El camino a la reelección
La Constitución, aprobada por los ecuatorianos en el año 2009, podría ser modificada al antojo del oficialismo para conseguir la reelección de Correa, a quien poco le falta por tornar su cargo por un período indefinido.
Correa, cuyo principal discurso era contra la llamada “partidocracia” que gobernó al país y a las Cortes de Justicia por largos años, quiere hoy convertir a su partido en la nueva versión de lo que él mismo criticó — desde luego bajo el nombre prometedor de “Revolución Ciudadana”.
Desde las elecciones seccionales, Correa ha impulsado una gran campaña argumentando que sólo con la reelección del oficialismo es posible continuar con sus grandes obras, pues de interponerse la oposición, acabará con todo lo bueno del proyecto. Asumiendo esto como cierto, solo indicaría que sus obras son de turno y que ninguna de ellas se pueden sostener en el tiempo. Entonces, el llamado “Proyecto de la Revolución Ciudadana” no sería nada más que el populismo de un presidente.
Pocos podrán discutir sobre las obras, especialmente viales, que se han realizado durante el período de Correa; pero tampoco es innegable los derroches de dinero en propaganda, la censura, la división y las restricciones que ha generado entre los ecuatorianos. Las elecciones seccionales dejaron un mensaje claro a Correa: ni la propaganda ni el afán por desprestigiar a la oposición son ya suficientes para captar la atención de los electores.