En Argentina el Banco Central (BCRA) afirma que la inflación de la nación durante el 2017 será entre el 12 al 17 %. El Fondo Monetario Internacional (FMI) no coincide con el Banco y pronostica una inflación de un 25,6 % y que al final del año la inflación analizada caerá a 21,5 %.
“No nos creían el año pasado cuando dijimos que íbamos a reducir la inflación. Pero yo estoy convencido que lograremos ubicar la tasa de inflación en la meta prevista de entre el 12 % y el 17 % para este año y será la sociedad la que nos podrá evaluar, a la que vamos a rendir cuentas”, dijo Federico Sturzenegger el titular del Banco Central a los medios de argentinos.
El Fondo Monetario estima que la inflación de Argentina será la quinta más alta del mundo detrás de Surinam, Libia, Sudán del Sur y Venezuela.
El FMI también prevé una recuperación económica de Argentina y una caída del desempleo, pero cree que el gobierno tropezará con la inflación.
- Lea más: Venezuela camino al abismo en 2018: inflación de 2,068 % y desempleo de 28 % según FMI
- Lea más: Califican de insuficiente plan de Macri para reducir el déficit fiscal en Argentina
Para 2018, el aumento del PIB previsto para Argentina es del 2,3 %, gracias al gradual crecimiento de la inversión privada y las exportaciones. La situación del mercado laboral también mejorará, según el FMI, que estima un descenso de 1,1 puntos porcentuales del desempleo.
Por su parte, Ecolatina una consultora económica de Argentina considera que “la economía de Argentina es de las más cerradas de la región”.
“Dado que los sectores productores de bienes finales eran los más protegidos bajo el esquema anterior (DJAI), no resulta llamativo que sea en ellos donde se registró el crecimiento más acelerado de las compras externas. Por ende, todavía es prematuro hablar de –apertura indiscriminada- tal como ocurrió en los noventa”, evaluó.
Ecolatina también consideró que “no debería recaer únicamente en las políticas comerciales el crecimiento de la producción local”, y afirmó que “un adecuado manejo del tipo de cambio y una presión impositiva ocupan un rol clave para apuntalar al entramado productivo interno y provocar que las empresas locales alcancen los estándares de producción internacionales”.
“Además, la mejora de la infraestructura, abandonada en los últimos años, incrementaría la competitividad de nuestra economía, tornando la producción interna menos dependiente de las barreras arancelarias y cambiarias a la hora de competir con el resto del mundo”, concluyó.