Doce años atrás un oscuro matrimonio oriundo de la remota provincia argentina de Santa Cruz llegó a la capital para iluminar a todos los argentinos. Al menos, esa fue mi impresión durante los Gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Sin embargo, a solo 12 días de haber dejado el poder, me he dado cuenta que la familia Kirchner nos “enriqueció” a todos y todas y ya la estoy empezando a extrañar.
Estas son las cosas que extrañaré del kirchnerismo:
1. El entusiasmo de Néstor Kirchner por sus aficiones
Néstor Kirchner fue un hombre apasionado. Su hobby eran las cajas fuertes. Una vieja filmación lo muestra exclamando “¡extasis!” cuando ve una caja fuerte empotrada de tamaño considerable en la pared. Su pasión, además, se la transmitió a sus amigos, quienes siguieron sus pasos e incluso los superaron: de tener cajas fuertes pasaron a poseer bóvedas.
2. La capacidad para generar inversiones rentables…
Los Kirchner siguieron al pie de la letra el viejo adagio de los negocios: compra barato y vende caro. Gracias a su gran percepción empresarial, Néstor logró hacer un gran negocio.
En 2006 adquirió un terreno de dos hectáreas en El Calafate, una ciudad turística a la cual Cristina definió como su “lugar en el mundo”, por US$50.000. Dos años más tarde lo vendió por US$2.400.000. Al lado de Kirchner, Warren Buffet es un poroto.
3. …y su éxito a la hora de ejercer la abogacía
Seamos sinceros, la actividad inmobiliaria siempre ha sido objeto de prejuicios infundados. De todas maneras, aquel rubro solo aportó una fracción al patrimonio familiar. Néstor era el gran inversor inmobiliario, pero Cristina no se quedaba atrás. En un intercambio de preguntas y respuestas con estudiantes de Harvard (¿Conferencias de prensa?¿Para qué darles el gusto a los periodistas locales que solo querían dañarla?), la expresidenta explicó que el origen de su fortuna se debió a que fue “una exitosa abogada”.
4. La consideración con sus amistades era un ejemplo para los demás
Nadie puede atreverse de señalar a los K de egoístas. Por más que hayan amasado semejante fortuna, nunca se olvidaron de sus allegados, a quienes siempre les brindaron una mano en los momentos más difíciles. Los casos de Rudy Ulloa Igor y Lazaro Báez son los más paradigmáticos.
El primero forjó su amistad con Néstor cuando trabajaba como su secretario privado, años más tarde se convirtió en el dueño de un imperio de medios provincial.
Báez, en cambio, comenzó como un empleado de baja categoría en el Banco de Santa Cruz, pero gracias a la ayuda del fallecido expresidente dejó a un lado su faceta de asalariado bancario y se volcó hacia la obra pública, un sector en el cual rápidamente comenzó a dominar y le generó jugosas ganancias.
5. El gran sentido del humor para superar las adversidades
Ni siquiera el terrible accidente de febrero de 2012 en el que murieron 51 personas pudo derrumbar a Cristina y su agradable sentido del humor. En ocasión de presentar nuevos trenes para la línea que había sufrido el accidente, la presidenta celebró un acto en el que bromeó sobre un nuevo choque: “Miren que tenemos que hacer rápido, porque si no viene la próxima formación y nos lleva puestos”, dijo. La alegría de se contagiaba masivamente entre la gente.
6. La sabiduría en 140 caracteres
Más de 1.000 asistentes al evento… ¿Serán todos de “La Cámpola” y vinieron sólo por el aloz y el petlóleo? …
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) February 4, 2015
Aunque difícilmente puede definirse a Cristina Kirchner como una tuitera, cada vez que participaba en la red social del pajarito (y no me refiero a este). El término “catarata de tuits” se popularizó durante el Gobierno de Cristina. Es que cada vez que tuiteaba —o le pedía a algún asesor que lo hiciera por ella— lanzaba una seguidilla de tuits nunca menor a 10. Desde lecciones de historia hasta perspicaces análisis de la coyuntura internacional, en Twitter Cristina se maneja como un pez en el agua. La expresidenta es tan fanática de Twitter que al dejar el poder se llevó consigo la cuenta oficial de la Casa Rosada, sede presidencial.
7. Ya no tenemos que recordar nombres de lugares complicados
Desde la muerte del expresidente Kirchner en 2010 transportarse en Argentina es más fácil. Avenidas, calles, edificios, plazas, bulevares, hospitales, y un sinfín de lugares públicos más llevan su nombre. Ya no es necesario recordar complicados nombres que solo están para confundir y, en algunos casos, glorificar oscuros personajes del pasado. Ahora todo es más sencillo. ¿Adónde se dirige? A (ingrese aquí plaza/calle/edificio/club) Néstor Kirchner.