English¿Qué pasó con la esperanza de Canadá de un futuro mejor en Venezuela? ¿Cuánto ayuda la crisis política y económica en el país sudamericano a reforzar el lobby de Canadá para el oleoducto Keystone XL?
Según el primer ministro canadiense Stephen Harper, la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez en marzo pasado puso a Venezuela en un momento clave: los venezolanos, insistió Harper, “ahora pueden construir por sí mismos un futuro mejor, basado en los principios de libertad, democracia, el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos”.
Los términos, no muy sutiles de Harper al régimen de Chávez, generaron la inmediata reacción de la Viceministra venezolana para América del Norte. Claudia Salerno envió a Canadá una protesta oficial, rechazando “de manera fuerte y categórica” los comentarios “insensibles e impertinentes” del Primer Ministro canadiense, y recordó a Canadá que los venezolanos eligieron el socialismo “libre y democráticamente”.
En abril, los venezolanos acudieron a las urnas para reemplazar a Chávez.
En el marco de una elección marcada por acusaciones de fraude y amenazas documentadas hechas por funcionarios del gobierno en contra de partidarios de la oposición, Nicolás Maduro, sucesor elegido por Chávez y miembro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), fue declarado ganador, con el 50,8 por ciento de los votos, contra el 49 por ciento alcanzado por el candidato opositor Henrique Capriles.
La Casa Blanca y la Organización de los Estados Americanos apoyaron inmediatamente el pedido de Capriles sobre la necesidad de una auditoría electoral integral, así también lo hizo el rector del Consejo Nacional Electoral de Venezuela.
¿Y Canadá?
Después de tres días de silencio ante la violencia postelectoral que cobró la vida de nueve personas y dejó a decenas de heridos, Canadá emitió una declaración de 118 palabras mediante la cual felicitó a los venezolanos por la alta participación electoral y pidió una “solución pacífica” a las “tensiones” en el país.
Aunque el comunicado de prensa, emitido por la Ministra de Estado canadiense, Diane Ablonczy, no reconoció oficialmente a Maduro como presidente, tampoco su país siguió el ejemplo de los Estados Unidos al negarse explícitamente a reconocer a Maduro, ante la ausencia de una auditoría electoral. La declaración tampoco hizo referencia a los abusos del poder a raíz de las elecciones, ni siquiera las acciones de Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, quien un día antes de la declaración de Ablonczy, anunció que cualquiera que rechazara a Maduro como Presidente sería despojado de sus privilegios para hablar ante el Congreso.
Incluso los funcionarios de dos partidos de la oposición centro-izquierdista de Canadá, parecían no poder explicar la posición del Partido Conservador. Calificando al silencio de Canadá sobre este tema en Venezuela como “chocante”, Hélène Laverdière del Nuevo Partido Democrático dijo que “ellos *(los conservadores) tenían puntos de vista sobre el presidente Chávez, pero ahora parece no importarles lo que está sucediendo en el país”. De igual modo, Bob Rae del Partido Liberal estaba sorprendido: “No puedo entender el silencio del gobierno sobre este tema. . . Canadá tendrá que vigilar esta situación cuidadosamente, y ser más claro al expresar nuestras preocupaciones”.
¿Qué pasó con la creencia del gobierno de Harper sobre la “necesidad de adoptar medidas en cuanto a los derechos civiles y políticos” en Venezuela?
Lo más probable es que la incertidumbre sobre la decisión que Washington tomará sobre el oleoducto Keystone XL provocó un cambio de estrategia. En lugar de luchar por la democracia en Venezuela, el gobierno de Harper está utilizando el deslizamiento del gobierno venezolano hacia el totalitarismo, con el fin de incrementar las posibilidades de conseguir un gesto amistoso entre Washington y Canadá sobre Keystone.
El mismo día que la Ministra de Estado Ablonczy hizo su declaración sobre las elecciones en Venezuela, el Ministro de Recursos Naturales canadiense, Joe Oliver, utilizó la crisis en América del Sur para aumentar la credibilidad de Canadá sobre Keystone: “Venezuela puede ser un importante proveedor de crudo pesado para los EE.UU.”, dijo Oliver a un grupo de empresarios y académicos en Calgary, “pero también ha amenazado con cortar el suministro cinco veces en tantos años. Ese no es un socio confiable. Eso no es una fuente estable de petróleo. Y esa no es la forma en que Canadá trataría nunca a los Estados Unidos”.
La jugada de enmarcar la decisión de Washington sobre Keystone como un asunto de seguridad nacional en lugar de (o además de) una cuestión ambiental, es una táctica adoptada por políticos estadounidenses y TransCanada Corporation, la compañía con sede en Calgary detrás de Keystone, la cual dice que Estados Unidos necesita reducir su dependencia a los “conflictos petroleros“.
El gobierno de Harper ha intensificado este discurso en la era post-Chávez. Un reportero aclara que el ministro de recursos naturales de Canadá ha adoptado la costumbre de “destacar a Venezuela como el principal ejemplo de una fuente de crudo pesado no amistosa, no confiable, y menos amiga del medio ambiente”. Otro indica que el gobierno de Harper está listo “para traicionar a Venezuela” basado en su postura sobre Keystone, a pesar de que las propias importaciones de Canadá desde Venezuela están dominadas por crudo pesado.
Mientras que el gobierno de Canadá busca aumentar el riesgo que Venezuela representa para los Estados Unidos, la realidad es que la caída de la productividad y la infraestructura deficiente en la empresa petrolera estatal de Venezuela causarían más bien un problema de oferta y no de política. Estados Unidos compra el 40 por ciento de las exportaciones de petróleo de Venezuela, lo que explica la razón por la cual Maduro busca ahora reconciliarse con Washington, a pesar de que Estados Unidos aún no ha reconocido oficialmente su presidencia.
Mientras tanto, el gobierno de Harper parece indiferente ante el impacto del creciente autoritarismo dentro de Venezuela. En una amenaza explícita (como una admisión que la votación no es secreta en Venezuela), Maduro dijo que su gobierno ha identificado 900 mil “compatriotas” (chavistas) que cambiaron sus votos a la oposición, y el rector del Consejo Nacional Electoral ha aclarado que los funcionarios estatales censuran a los periodistas críticos que permanecen en Venezuela.
Sin embargo, Canadá sigue en silencio, sustituyendo sus anteriores llamamientos a la democracia post-Chávez con la satisfacción de que la crisis actual de Venezuela beneficia a Canadá.
Teniendo en cuenta que el primer ministro Harper era antes aficionado de describir el “nacionalismo económico” de Venezuela como la antítesis del progreso, se pudiera perdonar a los líderes de la Revolución Bolivariana de Venezuela, si ellos sugieren que la decisión del gobierno canadiense para presionar por Keystone se basa en que es “fundamental para la economía canadiense”, sería tan terrible como lo que ellos cuestionan.
Lo que no puede ser perdonado, sin embargo, es el constante abuso del poder del Estado en Venezuela. Tampoco, conscientemente, puede ser ignorado.
Traducido por Susel Perez.